Domingo de Resurrección, triunfo y alegría para los hijos de Dios

Evangelio
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El domingo de Resurrección o de Pascua, es el día en que Jesucristo resucita después de la crucifixión, va al encuentro con sus apóstoles y luego sube hacia los cielos, también es la finalización de la Semana Santa.
Hoy es un día muy importante para los católicos, ya que con la Resurrección es cuando adquiere sentido la religión.
En la misa dominical, este pasaje se recuerda de una manera especial. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá encendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
Este día de resurrección es alegre, pero triste para los Cófrades, alegre por la manifestación de la resurrección que sustenta la religión y triste porque la Semana Santa finaliza.
En este día, todos los fieles se unen para mostrar con alegría que Cristo ha resucitado.
Se realizan diversas procesiones religiosas, llenas de color y alegría, se mezclarán en los pasos, capirotes de todos los colores, que han desfilado a lo largo de la semana.
Éste es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.
La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.
El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que, aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior, se realiza de manera positiva con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu, la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz, suma de todos los bienes mesiánicos, en una palabra, la presencia del Señor resucitado.