Cuarto domingo de Adviento

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En este cuarto y último Domingo del Adviento, ya a las puertas de la Navidad, la figura central es María, la mujer del Adviento y la mujer de la Navidad.

La presencia de Dios creciendo en el seno de María la pone en camino, como luego Jesús también se pondrá en camino.

Es la primera vez que Dios sale de casa a darse una vuelta por su tierra y llega hasta la Montaña de Judá. La segunda vez, sería un viaje más penoso camino de Belén.

Dios no nos encierra sobre nosotros mismos.

Y no es un motivo para tomarnos un descanso. El Dios que anida en las entrañas de María es un Dios de los caminos.

Porque es el Dios en actitud de servicio a los hombres. El embarazo necesita de cuidados. Pero las necesidades de los demás necesitan con urgencia de servicios.

En su cántico, María alabará las maravillas que Dios ha hecho en ella. Por el contrario, Isabel destaca la fe de María. Es posible que su experiencia de un marido mudo por dudar y no creer, le haga sentir más la grandeza de la fe de María. "Dichosa tú que has creído".

La presencia de Dios es siempre motivo de gozo y de alegría. "Desde que tu saludo llegó a mis oídos, el niño saltó de alegría en mi vientre". Las visitas de Dios y las visitas de quienes van llenos de Dios nunca son un aguafiestas.