El Cordero de Dios

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Escrito por:

Padre Mario González García

Padre Mario González García

Columna: Para vivir mejor


Oración: Oh Dios y Padre nuestro Juan el Bautista señaló a tu Hijo como el Salvador del mundo, y sin embargo tuvo que reconocer que conocía muy poco a Jesús.
Aunque nosotros también le conocemos poco, danos el valor para dar testimonio de que él quita el pecado del mundo y de que él es nuestro único Elegido. Que tu Espíritu descienda y permanezca también en nosotros, para que nuestro testimonio sea creíble gracias a nuestro modo de vida. Por Jesucristo nuestro Señor.
"Cordero de Dios" es un título que se da a Jesús y que aparece en el Evangelio de Juan, Juan el Bautista ve a Jesús y exclama: "He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".
Para los hebreos, el cordero es mucho más que un símbolo. El cordero está presente en la mayor y la más importante celebración de la religión judía, la llamada cena de la Pascua (Pésaj). En ella se festeja la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto obrada por Dios a través de Moisés. "Entonces Dios dio instrucciones a Moisés para que la comunidad realice el sacrificio de pascua: al atardecer se matará un cordero o cabrito de un año, macho y sin defecto; se rociará con su sangre las jambas y el dintel de la puerta de sus casas; de noche se comerá la cena de la liberación: cordero y pan ácimo".
Otro importante sacrificio que incluía corderos, era los sacrificios diarios en el Templo de Jerusalén. Cada mañana y tarde en el Templo, era sacrificado un cordero por los pecados del pueblo. Estos sacrificios diarios, como todos los demás, eran simplemente para señalar a la gente el futuro y perfecto sacrificio de Cristo en la cruz.
Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, con su Sangre derramada sobre las jambas de nuestra historia nos libera del poder exterminador del pecado, de la esclavitud. Al morir por la Iglesia, como Cordero de Dios, Cordero Pascual, el Cordero de pie, glorioso, como degollado, de que nos habla el Apocalipsis, libera al nuevo pueblo de Dios, a la familia de los hijos de Dios. La nobleza y el honor de su donación nos invitan a vivir una vida digna de hijos de Dios, a luchar para que cesen por tanto las guerras. Luchemos personalmente y diariamente con erradicar el pecado de nuestras vidas y ese será nuestro aporte más importante en nuestra lucha como familia y como Iglesia contra las estructuras de pecado existentes en la sociedad.




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