Lugares abandonados, imán de curiosos y amantes del misterio

Imagen cedida por la Oficina de Turismo de Nagasaki de la isla de Hashima, en la provincia de Nagasaki (suroeste de Japón). EFE.

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Nadie los habita desde hace años. Algunas de sus estructuras parecen espinas de pescado a punto de desmoronarse. Todos cayeron en desgracia. Y todo ello es lo que mueve a miles de personas a visitarlos en la actualidad. Son lugares abandonados, misteriosos y un imán para turistas.


Por: EFE/REPORTAJES
Hashima, llamada Gunkanjima en japonés, es una isla fantasma del tamaño de un campo de fútbol que pertenece a la prefectura de Nagasaki, a 15 kilómetros de la ciudad homónima.
Se la conoce también como la isla acorazada, ya que tiene forma de barco y está protegida del mar por un muro que rodea toda la superficie de hormigón.

 Imagen cedida por la Oficina de Turismo de Nagasaki de una de las las visitas guiadas que se realizan la isla de Hashima, que quedó despoblada en los años setenta a raíz del declive en el uso de carbón. EFE

Era una antigua mina de carbón que fue creciendo para albergar a los trabajadores de la explotación. Así se construyeron viviendas, escuelas, tiendas, restaurantes y otras estructuras que llegaron a dar servicio hasta a 6.000 trabajadores.
Ante la aparición de otras fuentes de energía y con los recursos de carbón bajo mínimos, la isla dejó de ser funcional y fue abandonada definitivamente en 1974.

 Vista general de la estación de ferrocarril de Canfranc. EFE/ Pablo Otin

Faro de Aniva
El faro de Mys Aniva podría perfectamente ser el escenario de una película de misterio o terror. Se encuentra en la costa rocosa de la ciudad que lleva el mismo nombre, en la isla rusa de Sajalín, en el mar de Ojotsk, cerca de Japón.
En los años treinta del pasado siglo, la isla se dividió y una parte quedó en manos rusas y otra, bajo el control japonés.
Fueron estos últimos los que mandaron construir el faro que, tras la II Guerra Mundial, volvió a ser controlado por los soviéticos.

 La estatua del “Cristo del Abismo” se recupera del mar en julio de 2003. EFE/EPA /Luca Zennaro.

El “Cristo del abismo”
El “Cristo del abismo” es una estatua de bronce de Jesús de Nazareth, con los brazos extendidos hacia arriba, en la misma dirección a la que dirige su mirada.
Lo peculiar no es la escultura, sino donde se encontraba: en el fondo de la bahía de San Fruttuoso, a 25 metros de profundidad en las aguas protegidas de Portofino, en la región italiana de Liguria.
La estatua mide dos metros y medio y su superficie está cubierta por musgos y otros organismos marinos con el paso del tiempo.
Sin embargo, la forma de Jesucristo sigue siendo reconocible. Fue construida por Guido Galletti y sumergida por la marina militar del país y diversos buceadores.

Kolamskop
En la ciudad de Kolmanskop el tiempo se detuvo muchos años atrás. Esta ciudad, situada cerca de la localidad costera de Lüderitz, en Namibia, nació cuando los alemanes se establecieron en la región para buscar diamantes a principios del siglo XX.
Ellos construyeron casas a su estilo, un hospital, un centro deportivo, un salón de baile, un casino y hasta una fábrica de hielo.
Unas cuantas décadas después, tras la II Guerra Mundial, la búsqueda de diamantes se traslada al sur y la ciudad empieza a vaciarse. Los lugares que una vez ocuparon los colonos alemanes están tomados ahora por dunas y el desierto es su dueño.

 Cartel de bienvenida a la entrada de la ciudad desierta de Pripyat, cerca de la central nuclear de Chernobyl, Ucrania. EFE/Ricardo Marquina.

Pripyat
La ciudad fantasma de Pripyat, al norte de Ucrania, en la región de Kiev, ha vuelto a estar en el candelero este año por la emisión de “Chernobyl”, la serie de HBO que rememoraba el accidente nuclear que hizo tambalear la antigua URSS en 1986.
Pripyat se construyó cerca de la Central Nuclear de Chernobyl y su población estaba estrechamente ligada al funcionamiento de la planta.
Esta ciudad era una urbe desarrollada y próspera que albergaba los lujos modernos que el Gobierno soviético ponía al servicio de los trabajadores de la central y sus familias.

 Plaza principal de la ciudad desierta de Pripyat, cerca de la central nuclear de Chernobyl, Ucrania. EFE/Ricardo Marquina.

El 26 de abril, una serie de errores en la Central Nuclear V.I. Lenin causó la explosión del reactor número 4, causando numerosas muertes y secuelas en los que lograron sobrevivir.
Tras el accidente, los 50.000 residentes de la ciudad tuvieron que abandonarla. Nadie podrá volver a vivir allí en más de 20.000 años, lo que se estima que durará el efecto de la radiación.