En memoria al señor Alberto Rodríguez Patiño

En memoria a Alberto Rodríguez Patiño, una gran persona.

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Un excelente hombre, amoroso y entregado a su familia.

Alberto nació en Bogotá el 27 de Noviembre del año 1948, es el tercero de cinco hermanos (3 mujeres 2 hombres); Gonzalo (QEPD) Consuelo, Yoly y Gloria.

Su madre Niní Patiño decidió entregarlo a su hermana Anais y su Esposo Antocar (Antonio Cardona Jaramillo) a la edad de 5 años debido a que Anais no podía tener hijos y Niní pasaba por una difícil situación al ser abandonada por su esposo Oswaldo Rodríguez, es separado de su madre y hermanitos y llevado a Quito Ecuador donde en ese momento Antocar desempeñaba cargos diplomáticos; Alberto se acostaba en el piso de la cocina de la hermosa casa de Quito y cantaba canciones a quien fuera el ama de llaves por esa época.

Años después, regresan a Colombia y se radican en tierras cafeteras viven en el bello Calarca, lugar por el que Alberto siempre guardo especial cariño, allí vivió algunos años más de su infancia en ocasiones visitado por alguna de sus amadas hermanas o siendo llevado a Bogotá a visitarlos por algunos días, recordaba que eran épocas violentas en aquella región estaban enfrentados los godos y los liberales.

Antocar. comienza a padecer problemas cardiacos y debe trasladarse al nivel del mar, razón por la cual se mudan a Santa Marta o ‘Santa Marta que tanto amaba’ y de donde tenía los más maravillosos recuerdos de parte de su niñez y su adolescencia; el mar, ( era un excelente nadador) los bailes en el Club Santa Marta, las rumbas en la playa de El Rodadero, los paseos en el Jeep Willys que cuando no lo utilizaban para llevar a Anais a sus visitas sociales era utilizado por él y sus amigos para echar melenas al viento y disfrutar de los placeres que obsequia la brisa del mar, unos meses antes de graduarse de bachiller fallece Antocar quien fue su gran ejemplo como hombre, ser humano ejemplar quien lo lleno de conocimiento, sensibilidad, cultura e inmenso cariño y a quien amo profundamente; fue su padre de alma y crianza, se convierte en bachiller del Colegio San Luis Beltrán en 1966.

Posterior, a estos sucesos parte hacia Bogotá donde inicia sus estudios de Arquitectura en la Universidad Gran Colombia y posterior concluye su carrera en la Universidad Católica de la misma ciudad, fue un trabajador incansable, responsable, y competente; en esos ires y venires conoce a María Victoria Gutiérrez. quien con sus hermosos ojos verdes roba su corazón y como toda historia de amor se casan en Armero lugar del natalicio de Toya ( María Victoria) en Diciembre del año 1973, inician su vida de hogar, nacen Mauricio, María Isabel y Victoria Eugenia; lo que no sabían es que el hogar debía echarse al hombro de manera literal, donde estaba la obra por construir estaba la familia unida con trasteo a cuestas; Bogotá, El Rodadero, Sogamoso, Cali, Medellín, Calarcá, Restrepo y por ultimo Ibagué.

Los hijos crecen y toman rumbos y ya siendo abuelos viven algunos años en Restrepo Meta ya solos como iniciaron historia de amor, allí en Octubre del año 2017 le es diagnosticada una complicada afección al hígado, conjunta con afección cardiaca de varios infartos años atrás, entradas a UCI, corre corre de citas, exámenes, especialistas, medicamentos… lo que jamás logró que perdiera esa chispa; las enfermeras de la Unidad de Cuidados Intensivos salían dando historias de sus ocurrencias y dichos inolvidables. “Tiene más carne un chorizo en el nudo”, “Como se llama tu nombre”, “Eche pa la pieza”, “Cabeza…cabeza la del sabio Caldas”, “A su madre”… Ahora solo agradecemos al Padre Celestial por obsequiarnos su presencia; por el privilegio de su compañía.

Sabio, amoroso, cálido, gentil, picaron, generoso, trabajador, hombre justo, madrugador, siempre bien puesto y de energía sin fin, valeroso guerrero, amante de la naturaleza, la belleza, la buena lectura, el buen vestir y el buen comer. Partió con premura… su cuerpo, su alma y su grandeza se diluirán en la grandeza del universo quien generoso no lo obsequio durante todos estos maravillosos años. Gracias por quien fuiste para cada persona que te conoció.

Te amamos siempre, te amamos ayer, te amamos ahora, y cada minuto hasta que de nuevo nos encontremos contigo y hagamos lo que mejor sabíamos hacer: Reír Padre Celestial no te arrepentirás de que Alberto este a tu lado, porque justo en el momento de mayor adversidad el lograra robarte una sonrisa.

Padre... te amamos siempre.





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