¿Por qué hoy es el día de San Juan Pablo II?

Madre Teresa y Juan Pablo II, hoy ambos santos.

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Un 22 de octubre de hace 40 años, Juan Pablo II comenzaba su pontificado oficialmente con un: “¡No tengáis miedo!”

San Juan Pablo II ha sido uno de los últimos santos nombrados por Francisco. Sin embargo, el día en que la Iglesia le rinde homenaje a Karol Wojtila posee una historia especial para muchos. Comenzó en Roma. Juan Pablo I, antecesor del Papa polaco, había fallecido después de poco más de un mes al frente de la Iglesia. Como ocurre después de la muerte de un Santo Padre, la Iglesia comienza el cónclave para buscar al nuevo Sucesor de Pedro.

En la tarde del 16 de octubre de 1978, el cardenal Wojtila era designado como nuevo Papa. Se abrían las puertas del balcón del palacio vaticano. Tras ellas aparecía un Papa que no era italiano después de más de 400 años. En un italiano que no pasaba desapercibido a nadie, recordó a su antecesor y se confesó ante quien iba a ser su pueblo: “Yo tenía miedo de recibir esta nomina, pero lo he hecho con espíritu de obediencia a nuestro Señor y en total confianza en su madre, la Santísima Virgen”. Su manejo del idioma también le llevó a pedir a los italianos que lo rectificasen si fuera preciso en un comentario del mismo discurso.

El Papa, por entonces, Juan Pablo II ya se había “presentado en sociedad”. Pero esas puertas del balcón volvieron a abrirse el domingo 22 de octubre de 1978 para dar comienzo oficial a su pontificado. Allí pronunció las palabras que tantos recordamos de Karol Wojtila, aunque le conociéramos más tarde: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!”.

El 22 de octubre comenzó un viaje de viajes que está aun en el corazón de muchos. Por los 129 viajes por el mundo, por el inicio de las Jornadas Mundiales de la Juventud, por su ternura y simpatía, por sus orígenes, por pedirnos perdón, por el Catecismo, por elevar a más de 1.300 santos y a más de 400 beatos. Por eso se celebra el día 22 de octubre a San Juan Pablo II. No sólo porque comenzara oficialmente su pontificado, sino porque todos los días que nos regaló no serían nada sin ese en el que Dios pensó en él, que “no tuvo miedo”.