Novena a San Vicente De Paul

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Acto de Contrición

¡Señor mío, Jesucristo!

Dios y Hombre verdadero…

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, que llenaste de caridad el corazón de San Vicente de Paúl, escucha nuestra oración y danos tu amor. A ejemplo suyo, haznos descubrir y servir a Jesucristo, tu Hijo, en nuestros hermanos pobres y desdichados. Que en su escuela aprendamos a amarte a Ti con el sudor de nuestro rostro y la fuerza de nuestros brazos. Por sus oraciones, libra nuestras almas del odio y del egoísmo; haz que todos recordemos que un día seremos juzgados sobre el amor. Oh Dios, que quieres la salvación de todos, danos los sacerdotes, las religiosas y los apóstoles seglares que tanto necesitamos. Que sean entre nosotros los primeros testigos de tu amor. Virgen de los pobres y Reina de la Paz, obtén para nuestro mundo dividido y angustiado, el amor y la paz. Así sea.

Séptimo día

Lectura Bíblica: Marcos 16,9-20.

Palabras de San Vicente:

“El celo consiste en un puro deseo de hacerse agradable a Dios y útil al prójimo. Celo de extender el Reino de Dios, celo de procurar la salvación del prójimo. ¿Hay en el mundo algo más perfecto? Si el amor de Dios es fuego, el celo es la llama; si el amor de Dios es un sol, el celo es su rayo. El celo es lo más puro que hay en el amor de Dios”.

“Es cierto que yo he sido enviado, no sólo para amar a Dios, sino para hacerlo amar. No me basta amar a Dios, si no lo ama mi prójimo. He de amar a mi prójimo, como imagen de Dios y objeto de su amor, y obrar de suerte que a su vez los hombres amen a su Creador, que los conoce y reconoce como hermanos, que los ha salvado, para que con una caridad mutua también ellos se amen entre sí por amor de Dios, que los ha amado hasta el punto de entregar por ellos a la muerte a su único Hijo”.

Oración final

Oh apóstol insigne de la caridad, glorioso San Vicente de Paúl, que extendiste tu celo por la salvación del prójimo y remedio de sus necesidades; alcánzanos del divino Apóstol de nuestras almas, Cristo Jesús, un verdadero espíritu de caridad animado, del cual nos entreguemos sin reservas a la práctica de las obras de misericordia, a fin de ser del número de aquellos de quienes está escrito: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Así sea. Amén.




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