“Seré el más grande defensor del vallenato tradicional”: Jaime Dangond Daza

El nuevo Rey Vallenato nacido en San Diego, pero con raíces en Patillal, quiere dejar en lo más alto la música que aprendió en cientos de parrandas.

Cultural
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Después de coronarse como rey Vallenato, Jaime Rodolfo Dangond Daza, regresó al Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujonoguera’, exactamente en la tarima ‘Colacho’ Mendoza, donde revivió ese triunfo.

El rostro se le iluminó y sin más preámbulos dijo: “Miré a la tarima y tuve un momento en el que me vi a mí mismo con esa seguridad, cariño y amor que toqué. Me imaginé tocando y las personas aplaudiéndome. Este es un templo del vallenato, un escenario histórico donde se han coronado grandes acordeoneros”.
El Rey Vallenato hablaba y sonreía, cualidad que lo identifica, y en seguida hizo una petición. “Quiero tomarme una foto en la mitad de la tarima. Quiero sentirme siendo Rey Vallenato”. Su petición se le cumplió, pero ya sin público.

En seguida vinieron las preguntas para el Rey Vallenato de San Diego, Cesar, con raíces en Patillal, que fue contestando tan pausado como un son y tan contundentes como una puya.

¿Qué se siente ser Rey Vallenato?
Es una experiencia indescriptible. Estoy feliz y muy emocionado. Ya tengo como Rey Vallenato la responsabilidad de unirme a la defensa del vallenato tradicional, tarea que nos dejaron nuestros juglares y que cumple a cabalidad la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata.

¿Intentó muchas veces hasta que al fin coronó?
La vencida fue la octava, el año pasado estuve en la final y esa experiencia me sirvió para conocer cómo era este proceso. Esta vez vine con todos los hierros a ganarme esa corona y lo logramos al lado de mi cajero y mi guacharaquero, quienes fueron fundamentales.

¿Cómo fue su preparación para ser Rey Vallenato?
Desde el pasado mes de diciembre empecé a cazar parrandas. Donde me invitaban iba con el acordeón: tocaba, cantaba y verseaba. Me dediqué a disfrutar para cargarme de esa buena energía, además a compartir con amigos folcloristas que me sugerían canciones de acuerdo con mis potencialidades. Fue importante la asesoría de mi hermano Lucas Dangond. Él, a pesar de su juventud es un acordeonero con mucha experiencia y me transmitió algunos secretos que aproveché.

¿Por qué se fijó en la parranda para su preparación?
Porque la parranda para mí es lo más importante que tiene el vallenato. Es el momento especial donde se comparten vivencias con los amigos, música y canciones. Hay espontaneidad para improvisar un verso, un pase de acordeón y esa es la cadencia que necesitamos preservar, porque en las parrandas es donde se originó todo.

¿Es difícil tocar y cantar a la vez?
No es difícil, aunque hay intérpretes que no están dotados de una buena voz. Yo, llevó la música en mis venas y mi voz se acomoda al acordeón. Es algo que tengo muy acoplado y por eso hay que seguir tocando y cantando.

¿Cómo hará la promoción de la auténtica música vallenata, ya como Rey Vallenato?
De mi parte voy a grabar un trabajo discográfico tocando y cantando. Además, estoy con la agenda en blanco para la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, y de esta manera sigamos difundiendo este folclor. Ya se anunció el 50º Festival Vallenato, Rey de Reyes, y tiene que ser un evento grande porque el festival es una fiesta grande de Colombia para el mundo. Me corresponde promocionarlo y aparte prepararme para competir. Gracias a Dios tengo la preparación y el nivel para darle la talla a todos esos acordeoneros que han sido reyes vallenatos, y que muchos son mis maestros. ¡Qué honor tendré!

¿Cómo le parecieron los rivales de la gran final?
Buenísimos, personas que se preparan, que se presentan en muchos festivales con un nivel muy alto. Me sentí honrado de haber ganado con tan buenos oponentes como Carlos José Mendoza, quien ha sido mi amigo de siempre. Estuvo Omar Hernández, un amigo y buen acordeonero. Rodolfo de La Valle que aunque nos somos contemporáneos tenemos una buena amistad y Julián Mojica, un acordeonero del interior del país, exactamente de Boyacá, pero que ejecuta el acordeón a la altura.
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Los finalistas este año fueron menores de 40 años. ¿Cómo analiza este aspecto?
Pienso que la juventud ayuda porque somos los finalistas pertenecientes a un proceso que ha venido dando resultados desde las categorías menores. Somos jóvenes con una gran experiencia.
Pasó este año, pero en otros festivales se han tenido reyes vallenatos veteranos, caso Almes Granados y Wilber Mendoza, que dejaron atrás a todos los jóvenes.

Le tocó una innovación, el sistema de balotas para la escogencia de canciones en la recta final del concurso. ¿Qué tiene que decir al respecto?
Me pareció excelente porque sirve para combatir el libreto. De esto se tenía un formato armado. Montaban sus canciones, y tocaban las mismas de principio a fin. Este nuevo sistema le da dinámica al concurso, y a mí me cayó del cielo porque conocía esas 24 canciones. Vi como varios participantes asumieron el reto y lo lograron.

¿Cuál es su acordeonero referente?
Le he aprendido a muchos, pero soy acordeonero gracias a Gonzalo ‘El Cocha’ Molina. Es amigo de mi casa y de mi familia. Lo veía tocar y quería ser como él.

¿Cuál es el aire musical donde mejor se desempeña?
Respeto los cuatro aires por igual y así los siento. Me sentí bien tocando la puya. Hice un plan para tocarla para que primara la melodía y la cadencia sobre la velocidad.

La música vallenata tiene miles de canciones, ¿cuál es su canción preferida?
Sin duda, ‘Río Badillo’, de mi tío Octavio Daza. Esa canción ganó en 1978 el Festival de la Leyenda Vallenata. Es muy bonita, porque narra una historia de una pareja de enamorados a la orilla de un río donde estaban felices. Un momento muy romántico.

Y la cantó....

El río Badillo fue testigo de que te quise
en sus arenas quedó el reflejo del gran amor
de una pareja que allí vivió momentos felices
y ante sus aguas juró quererse con gran pasión.

Para corroborar sus palabras tomó su acordeón y cantó esa obra donde el amor corre en ese río de sentimientos, donde el silencio era el dueño porque sobraban las palabras y las caricias dominaban los cuerpos.

El Rey Vallenato dejó de sonreír, ahora lloraba, tocaba y cantaba. Era el homenaje a ese tío que tenía las canciones calcadas en su corazón, que no las desviaba ni la creciente de un río y hacían pininos hasta quedarse en esos nidos de amor inolvidables.

Cuando estaba a punto de cerrarse la entrevista llegó la pregunta sobre su corona lograda en la versión 49º Festival de la Leyenda Vallenata en homenaje a Emiliano y Poncho Zuleta, y respondió: “Eso tiene un gran valor porque ellos son iconos del folclor. Me siento orgulloso de haber ganado este año, y recalco, que como Poncho y Emiliano Zuleta, seré el más grande defensor del vallenato tradicional”.




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