En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su Madre, Maria, la de Cleofas, y Maria, la Magdalena. Jesus, al ver a su Madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego, dijo al discípulo: ahí tienes a tu Madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Reflexión: La Virgen Maria como Madre de la Iglesia, no deja de sembrar en el corazón de sus hijos el deseo de servir como instrumentos, para que muchos otros lleguen al conocimiento de la verdad, aquella que libera, sana y restaura.