En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: “¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!”.
Jesús le respondió: “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.
Reflexión: Maria, de la que dirá San Agustín que fue más dichosa por ser la discípula de Cristo que por ser su Madre, nos enseña que hemos de llenarnos de la presencia divina para obrar convenientemente en la vida.