En aquel tiempo, Jesús bajo a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces:
Jesus le intimó: ¡cierra la boca y sal! El demonio tiro al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: ¿Qué tiene su Palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen. Noticias de Él iban llegando a todos los lugares de la comarca.
Reflexión: El mundo de hoy, necesita hombres y mujeres que hablen de Dios a los hombres y a los hombres de Dios; que hagan las veces de Cristo, que hablen como Cristo, que piensen como Cristo y que den su vida como Cristo.