Hoy los soldados de la patria entregan cada gota de sudor con amor, hoy más que nunca, ceden sus fuerzas, coraje y valentía a los colombianos que regresan al país.
La solidaridad, protección y apoyo del Ejército Nacional, se vio reflejada una vez más, con la llegada de las tropas militares de la Décima Brigada Blindada, al corregimiento fronterizo de Paraguachón, jurisdicción del municipio de Maicao, allí; el cuerpo médico de la Reserva Militar, trabajaron de la mano con un grupo interdisciplinario conformado por enfermeros, psicólogos, odontólogos, médicos especialistas, recreacionistas, oficiales, suboficiales y soldados para mitigar las dificultades que enfrenta esta parte de la población colombiana.
"Aquí estamos, poniendo el alma y el corazón por nuestros compatriotas, queremos entregarlo todo por ellos; por cada anciano, por cada mujer, hombres, niñas y niños que están sintiendo la aflicción de dejar sus lugares de residencia, queremos que sienta en su Ejército el respaldo y la protección que necesitan para regresar a sus lugares de origen", así lo manifestó el Brigadier General, Jorge Enrique Navarrete Jadeth, comandante de la Décima Brigada Blindada.
Más de cuatrocientas veinte personas recibieron de manos de los héroes colombianos, atención médica y ayuda humanitaria representada en mercados, kit de aseos, medicamentos, ropa y zapatos.
En medio de las dificultades que enfrentan los colombianos que llegan a frontera, se siente las manifestaciones de cariño y agradecimientos "Mis lágrimas brotan, unas de dolor por la forma como nos tocó huir, y otras de orgullo y felicidad, pues, llegar aquí, y encontrarnos con que nuestros soldados nos reciben dispuestos ayudarnos me llena emoción, no sé cómo agradecer que ellos estén aquí para socorrernos", fueron las palabras de Gladys González, una mujer de 43 años, que abandono junto a sus dos hijas de 14 y 12 años de edad, el vecino país dejando atrás todas sus pertenecías materiales.
Ángelo Carrascal Mindiola, un Adulto mayor de 71 años de edad, llegó a Paraguachón luego de recorrer un inhóspito camino, "Llevo dos años soportando fuertes dolores en mi cuerpo porque padezco una enfermedad patológica, pero debo decir que nada me duele más que dejar abandonado 34 años de mi vida, de mi trabajo y del esfuerzo de mi familia, pero debo reconocer que llegar a mi verdadero país y ser recibido por estos muchachos, por nuestros gloriosos soldados me enternece mi viejo y cansado espíritu, gracias a todos ellos por hacer que nos sintamos protegidos y acogidos.
Desde este lado de la frontera colombiana, los soldados del Ejército Nacional, seguirán empuñando sus buenas intenciones para recibir y ayudar a todos los que necesiten una mano amiga".
