Una tarea diaria para todos

Editorial
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En la ciudad de Río de Janeiro, del 3 al 14 de junio de 1992 se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo y uno de los temas tratados fue la necesidad de aplicar criterios integrados para el aprovechamiento, ordenación y uso de los recursos de agua dulce del planeta, en función de proteger su calidad y garantizar su suministro.

Los participantes de la reunión acordaron proponer a las Naciones Unidas que considerara la posibilidad de proclamar un Día Mundial del Agua, con el objetivo de que en todos los países del mundo se realizaran actividades para promover la educación de los usuarios del agua en el uso, ahorro y conservación.

Desde ese inicio de la Conferencia, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 22 de marzo de cada año como Día Mundial del Agua, en conformidad con las recomendaciones de dicha Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo.

Muchos fueron los temas que se destacaron, pero abordar los problemas relacionados con el suministro de agua potable; aumentar el conocimiento sobre la importancia de la conservación y protección de los recursos de agua y el suministro de agua potable, y aumentar la participación y la cooperación de los gobiernos, con agencias internacionales, organizaciones no-gubernamentales y el sector privado, es el propósito de un día como hoy, en la celebración del Día Mundial del Agua.

La protección del patrimonio hídrico es un asunto prioritario, no solo para Colombia, sino para todas las naciones, y en este contexto se han generado numerosas iniciativas del orden internacional.

En este ámbito, varios humedales colombianos tienen categoría Ramsar, y en su mayoría están vinculados al Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia: los Parques Chingaza y Los Nevados, el Santuario de Fauna y Flora Ciénaga Grande de Santa Marta y el vía-parque Isla de Salamanca son sitios Ramsar, lo que constituye una gran oportunidad para su conservación.

Las mayores cuencas hidrográficas de Colombia, como la del río Magdalena, trascienden los ámbitos regionales, por lo que en su ordenamiento y manejo pueden intervenir varias Corporaciones Autónomas Regionales y varias áreas del Sistema de Parques Nacionales Naturales.

La conservación del recurso del agua se debe mirar y respetar como bien común y trabajar constantemente y de manera articulada para estar a la altura de este compromiso. Sin embargo, el reto es enorme y se necesita del concurso de todos los colombianos para proteger efectivamente el patrimonio hídrico de la Nación.

En todos los rincones de nuestro país donde haya un área protegida del sistema, los ciudadanos deben tomar conciencia de la importancia que dichas áreas tienen para la producción sostenible de agua dulce y se "pongan la camisa de la conservación" en defensa de estos territorios de preservación que nos brindan numerosos beneficios adicionales, como la seguridad alimentaria, la protección contra desastres naturales y la mitigación de los efectos del cambio climático.