¿Una sociedad sin futuro?

Editorial
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Si en Colombia no se da un cambio fundamental sobre la forma en que se trata a nuestros niños, en la manera inaudita como se acaba con sus vidas, en la irresponsabilidad que prolifera cuando de cuidar sus vidas se trata, este será un país sin futuro.

Todos, sin excepción, tenemos niños cerca de nosotros de manera que lo que sigue sucediendo en nuestro país nos toca a todos, y por consiguiente, debemos manifestarnos en contra de lo que está pasando a todo momento y en todo lugar, contra nuestra infancia.

En ese sentido, esta ha sido una semana terrible que muestra hasta dónde llega el salvajismo de la venganza y la irresponsabilidad de quienes tienen la obligación de garantizar la seguridad de los menores de edad a su cargo.

Con un tiro de gracia, unos salvajes acabaron la vida de cuatro criaturas que no tenían nada que ver con el odio de estos asesinos hacia sus padres. Es de los hechos más escalofriantes que hemos vivido, cuando aún no nos reponemos de aquel miembro de la Fuerza Pública que mató a una niña después de violarla y asesinó a sus hermanitos para que no lo delataran.

Solo una sociedad enferma puede seguir repitiendo actos contra los menores que no le caben en la cabeza a ningún ser humano normal. Pero más que seguir lamentándonos, es fundamental no solo entender porqué esto sucede, sino identificar esas profundas fallas que llevan, con tanta frecuencia, a actos tan aberrantes con aquellas criaturas que son el futuro de nuestra sociedad. Cada vez se repite más, que ser niño -y especialmente niña-, en Colombia hoy, se ha convertido en un verdadero peligro.

Y no se trata solamente de la situación de los niños del campo y ni siquiera solo los niños que viven en medio de la pobreza y en barrios llenos de pandillas y de delincuentes. Lo que también sucedió esta semana y que millones vimos por televisión es una señal de alarma. Un bus del Liceo Francés, lleno de pequeños, en la zona norte de Bogotá se empezó a incendiar y las puertas de ese transporte escolar no se podían abrir.

La cara de desesperación de todos aquellos que vieron el drama y, de manera desesperada rompieron ventanas y sacaron a estos niños en medio de nubes de humo, demuestra que ninguno de nuestros menores está a salvo en este país. No pasó lo de Fundación, Magdalena, por puro milagro y por la solidaridad de todos aquellos que corrieron a rescatar a estos alumnos de un colegio de élite en este país.

Aquellos que educaron a sus hijos en ese colegio no podían creerlo porque siempre sintieron que los pequeños estaban seguros y que solo tenían que atender los accidentes propios de esas edades. La pregunta es, ¿qué pasa con el sistema de transporte estudiantil en Colombia? Con demasiada frecuencia se reportan buses o busetas que transportan menores y que sufren accidentes, bien por fallas mecánicas de estos automotores, o por la irresponsabilidad de los choferes que los manejan.

¿No será que, a diferencia de tiempos pasados, ya los buses y sus conductores no pertenecen al respectivo colegio sino que en la moda del "outsourcing", sencillamente se contrata este servicio por parte de las directivas del respetivo plantel educativo, siendo las compañías especializadas en estos servicios quienes asumen estas delicadas tareas? Y además, conociendo el afán de lucro, la irresponsabilidad de muchos y el poco valor que se le da a la vida de los niños, son los buses viejos los que cumplen estas tareas.

Ahí surge la responsabilidad de las autoridades, que ante semejantes casos no investigan y sancionan a aquellas empresas que son las culpables directas de estos accidentes. Ahora, los colegios también deberían mirar con mayor cuidado el tipo de servicio que contratan. Sin embargo, la realidad es que estos y muchísimos casos de esta naturaleza son el reflejo del poco valor que les damos a nuestros niños y esto es absolutamente imperdonable. ¿Queremos seguir siendo una sociedad sin futuro?