¿Quién le teme a las Eps’s?

Editorial
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En el campo de la salud, el gobierno colombiano continúa con su estrategia: sacar decretos algunos muy buenos, otros no tanto, pero dejar intacto el eje de la reforma: la salud como negocio y no como derecho. Claro que muchas de las medidas anunciadas son positivas como buscar modelos de atención distintos para regiones apartadas que sin duda se beneficiarán de estas decisiones del Gobierno. Sin embargo, la atención en salud sigue siendo un verdadero drama en Colombia independientemente de la fama y de la propaganda de algunas de las más grandes EPS’s.

El punto que muchos se cuestionan es exactamente quién y además por qué, el Gobierno le teme a estas entidades que son las ejecutoras de los billones asignados a la salud en Colombia y que no cambian su manera, con frecuencia despiadada e ineficiente, de tratar a los pacientes.

Claro que en sistemas de amplia cobertura las colas de espera son inevitables, ¿pero se justifica que a una persona se le demoren más de seis meses en detectarle un cáncer? Y lo peor es que la atención privada va por el mismo camino: "lo opero mañana porque pasado me voy de vacaciones", palabras textuales de uno de estos costosísimos galenos ante un enfermo al cual no se le ha dado el diagnóstico y todavía se trabaja con hipótesis.

Razones para replantear el modelo de atención en salud que hay en Colombia son infinitas. Sin embargo, el Gobierno insiste en que el papel de las EPS’s no se reforma y no se acaba con este negocio que ha enriquecido a muchas de estas entidades de manera asombrosa. Y lo peor, como en el caso de SaludCoop donde han existido evidencias de desvío de fondos, sus directivos andan campantes por la calle. Eso, sinceramente señores del Gobierno, no lo entiende nadie en este país.

No es posible que el tema sea ideológico, que su convicción de las bondades del mercado les haya cerrado sus ojos y sus sentimientos. Que en aras de defender unos principios se haga caso omiso de las profundas debilidades del sistema de salud y que se conformen solamente con que la mayoría de la gente ya tiene un carnet. Sin duda ese es un avance pero precisamente por eso ¿no sería el momento de pasar realmente a una atención universal de mejor calidad donde se le quite el negocio a estas entidades?

¿Será que se quiere guardar la memoria de quien se identifica como el autor del sistema y que murió prematuramente en un accidente? Y para quienes sienten este compromiso, después de 20 años, la mejor honra a su nombre sería hacer los ajustes que el país clama, tomando lo positivo y cambiando este innecesario negocio con la salud de los colombianos? O será, que como siempre pasa en Colombia, hay peces gordos detrás de las EPS’s que por estar peligrosamente tan cerca del poder, frenan cambios que les dañen esta mina de oro que se encontraron?

Cualquiera que sea la respuesta es imperdonable porque lo que viven los enfermos en este país es un verdadero calvario y no es necesariamente solo un problema de recursos.

Es el tipo de modelo que no quieren tocar por razones misteriosas. Si no estuviera de por medio la vida y el bienestar de los colombianos este debate seguiría siendo tan inútil como hasta ahora, pero se trata de un derecho que no se cumple. Así de simple. Por eso es fundamental volver a plantear la pregunta ¿Quién le teme a las EPS’s? Ojalá ahora sí se de una respuesta.