Se prende la luz

Editorial
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El mundo católico está hoy de fiesta. Es un día para rezar en familia y para reafirmar uno de los dogmas de fe más grande de esta religión, sobretodo en la asistencia a la eucaristía, preferiblemente a las 12 del mediodía cuando se reciben múltiples bendiciones, en esa hora de fe y recogimiento.

Las parroquias de Santa Marta, Colombia y del mundo, se preparan para esta celebración a la que asisten los católicos con recogimiento y devoción y alumbran con su luz el camino de la Virgen María, tradición que en el mundo se manifiesta de diferentes formas.

En algunos hogares, la luz se le prende a la Virgen desde el día anterior y en otros, en la madrugada para cumplir con una costumbre católica y familiar, en donde, aunque no viene con la tradición, la gente le ha añadido fiesta y rumba.

El dogma de la Inmaculada Concepción, también conocido como Purísima Concepción, es una creencia del catolicismo que sostiene que María, madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado.

No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del embarazo.

Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la posición especial de María por ser madre de Cristo, y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios.

La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.

La iglesia Católica Romana argumenta que la inmaculada concepción es necesaria, porque sin ella, Jesús hubiera sido el objeto de Su propia gracia. La idea es como sigue para que Jesús fuera milagrosamente preservado del pecado, que en sí mismo hubiera sido un acto de gracia, significaría esencialmente que Dios "se Auto-agració" La palabra gracia significa "un inmerecido favor".

La gracia es concederle a alguien algo que él o ella no merecen. El que Dios realizara el milagro de preservar a Jesús del pecado no es "gracia". En ningún sentido era posible que Jesús fuera infectado por el pecado. Él era perfecto y una naturaleza humana sin pecado se unió a una divinidad sin pecado.

Dios no puede ser infectado o afectado por el pecado, porque Él es perfectamente y totalmente santo. Esta misma verdad se aplica a Jesús. No fue necesaria la "gracia" para proteger a Jesús del pecado. Siendo Dios encarnado, Jesús era en Su esencia "inmune" al pecado.