Con poder y sin líderes

Editorial
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Hacía mucho tiempo el Partido Liberal no tenía tanto poder. Tienen el Ministerio del Interior, el Departamento Nacional de Planeación, la dirección de las Gobernaciones, y probablemente, medio gobierno en cargos menores. Son tantas sus credenciales en el Gobierno Santos que ahora pretenden quedarse con un nuevo Fonade que será el Fondo para la paz, lleno de recursos; por lo menos, eso creen.

Sin embargo, su gran paradoja es que tiene poder pero se quedó sin nuevos y verdaderos líderes. A lo mejor eso ni los trasnoche porque, precisamente, eso era lo que querían los que se sienten y ejercen como dueños del Partido Liberal.

A César Gaviria no hay quien lo reemplace y por eso debe seguir manejando el Partido tras bambalinas. A Serpa tampoco le ha llegado su sustituto y por ello sigue manejando las directivas del Partido.

Y si analizamos la nueva cochada, la verdad es que no le está yendo muy bien. A Cristo, el Mininterior, lo mataron de entrada al ponerle por encima a Néstor Humberto Martínez, el súper Ministro y a Germán Vargas Lleras de quien se creía tan cercano.

La prensa señala que su situación es complicada en el Congreso y dentro de la misma cúpula presidencial. Simón Gaviria, está haciendo su entrada a Planeación Nacional y hasta ahora solo hay un compás de espera. Sus senadores jóvenes, que ya no son tan nuevos, se han visto opacados con frecuencia por la nueva representación de las mujeres.

Y Rafael Pardo sale de un Ministerio de Trabajo que manejaba con seriedad a una especie de suicidio anunciado como candidato a la Alcaldía de Bogotá. Ojalá tenga suerte.

La pregunta obvia es, ¿cómo unos personajes tan conocedores de la política colombiana como César Gaviria y Horacio Serpa se quedaron tan solos? Varias hipótesis se pueden plantear.

La primera es que eso era exactamente lo que querían, sobre todo Gaviria: seguir manejando el poder y demostrando que sigue siendo la primera figura del Liberalismo. La segunda es que sacaron del ring una generación intermedia porque no le acomodaban sus pretensiones.

La tercera hipótesis es que se equivocaron acelerando el ingreso de los más jóvenes con lazos muy cercanos con ellos, no dejándolos madurar suficientemente, en vez de ir un poco más despacio adquiriendo experiencia.

No es que carezcan de capacidades, pero empezar una vida política por arriba necesita una gran dosis de suerte como la de Gaviria, o una personalidad muy particular. Finalmente, la cuarta hipótesis es que prefirieron los votos que podían traer ciertos candidatos y candidatas, que su capacidad de liderazgo, su inteligencia y su conocimiento del país. Ya era hora de que alguno de los nuevos congresistas del Partido se dejaran sentir.

La verdad es que duele que, con tanto poder, el otrora glorioso Partido Liberal se haya quedado sin verdaderos y nuevos líderes que le den otro aire. Ahora, también es cierto que será imposible hacer un verdadero juicio de responsabilidades, mientras la cúpula siga siendo la misma, con las mismas virtudes, y sobre todo, con los mismos pecados.