Los niños en el conflicto armado

Editorial
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Los derechos de los niños y niñas del mundo están consagrados como fundamentales en todos los países. Ahora se conoce que milicianos del Estado Islámico torturaron y abusaron de niños kurdos capturados en la ciudad de Kobani, en el norte de Siria, según denunció ayer un grupo humanitario internacional. Qué horror.
No es posible que se sigan presentando estos atropellaos y que no haya autoridad que ponga fin a esta atrocidad. Human Rights Watch basó sus conclusiones en entrevistas con varios niños que estaban entre los más de 150 chicos curdos de Kobani secuestrados a finales de mayo cuando volvían a casa tras hacer sus exámenes escolares en la ciudad de Alepo. Añadió que unos 50 escaparon, mientras que los demás fueron liberados de forma gradual, con un último grupo el 29 de octubre.
Desde el inicio de la revuelta siria, los niños han sufrido los horrores de las detenciones y la tortura, primero por el gobierno de Assad y ahora por el Estado Islámico. Estas evidencias de torturas y abusos a niños por parte del Estado Islámico subraya por qué nadie debe apoyar su causa criminal.
Los niños dijeron que algunos de los abusos más graves estaban reservados para los cautivos que tenían a miembros de su familia en la milicia curda conocida como Ypg, que se ha visto inmersa en fuertes combates con los extremistas del Estado Islámico por el control de Kobani desde mediados de septiembre.
El martes, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, dijo que los extremistas habían liberado a cientos de curdos que habían sido secuestrados en febrero. No estuvo claro de inmediato el motivo por el que el grupo Estado Islámico liberaba a los cautivos ahora, ni si habían alcanzado un acuerdo con los curdos para un intercambio de prisioneros.
Alepo, que en su día fue la ciudad más grande de Siria, está atrapada en áreas controladas por la oposición y el gobierno desde mediados del 2012. En los últimos meses, la zona comandada por los rebeldes se ha visto bajo una creciente amenaza ya que se enfrenta a la presión de las fuerzas del presidente Bashar Assad y al avance de los insurgentes del Estado Islámico. Abandonar Alepo significaría condenar a 300.000 hombres, mujeres y niños a un destino terrible: bien a un asedio criminal por las bombas del régimen o a la barbarie terrorista de Daesh. Este es el por qué -junto con nuestros socios de coalición- se deben centrar los esfuerzos en Alepo, con dos objetivos claros: fortalecer nuestro apoyo a la oposición moderada siria y proteger a la población civil de los crímenes gemelos del régimen y Daesh.
Los niños y niñas deben ser aislados de todo hecho de violencia; deben ser sagrados y alejados de cualquier intervención y conflicto que vivan los países, para alejar de ellos sentimientos y rencores y preservar la pureza de sus corazones en los hombres del futuro.