El proyecto político y personal del Alcalde: Santa Marta

Editorial
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No sabemos cuál es concepto de ciudad que tiene el alcalde de Santa Marta, Carlos Caicedo Omar. Hemos visto como socializa, en forma desesperada y casi semanal, mil y un proyectos para hacer de Santa Marta una realidad soñada; pero de esos proyectos ninguno se ha hecho realidad y aún peor, muchos corresponden a necesidades básicas para los samarios y para el futuro de nuestra sociedad, que ha visto y comprobado cómo ésta administración distrital ha sacrificado el progreso solamente por la construcción de un proyecto político personal del alcalde.
El Director Nacional de Planeación (DNP)Simón Gaviria Muñoz, ex congresista y ex director del Partido Liberal, al cual el alcalde de Santa Marta puso a sus electores a votar para que después Santa Marta saliera favorecida con inversión y recursos, acaba de clavarle una puñalada a su amigo Caicedo Omar y a la ciudad con la publicación que hizo Semana del escalafón de los mejores y peores municipios administrados del país. Y ¿adivinen qué? : Santa Marta a pesar de ser Distrito Turístico, Cultural e Histórico, no pierde su categoría de municipio y no aparece en dicha lista y nos ganan ciudades como Medellín; Madrid, Chía y Facatativá en el departamento de Cundinamarca; Palmira y Pradera en el Valle del Cauca.
Para hacer esta evaluación el DNP tuvo en cuenta el desempeño de estos municipios en temas como el cumplimiento de las metas del Plan de Desarrollo, los resultados en salud, educación y agua potable, la ejecución de los presupuestos asignados, la capacidad administrativa y el desempeño fiscal. El director de la entidad, Simón Gaviria, señaló que de los 1.102 municipios que tiene el país, el 67 %, es decir, 738 lograron mejoras en su manejo integral frente al 2012, mientras que 320 reportaron disminuciones en sus niveles de gestión.
Es decir, ¿en qué ha avanzado Santa Marta en los tres últimos años en salud, educación, vías, saneamiento, inversión de presupuestos y agua potable, para que al menos nos aseguren un puesto entre los 20 mejores municipios del país? En nada. No hemos avanzado porque la inversión y la ejecución es poco o nula; porque tenemos un dirigente que solo piensa en un proyecto político personal llamado Santa Elena, el cual bautizó contra viento y marea como ‘Ciudad Equidad’, para después sacar de allí los votos que le aseguren su llegada al Congreso de la República. Eso es Santa Marta para el alcalde Caicedo Omar, un trampolín al Congreso de la República.
Siguiendo con el análisis del artículo cuya fuente de información es el amigo del alcalde, con amigos como este es mejor no tenerlos. Por regiones, los municipios que más se destacan en el ranking por su gestión son los siguientes: En la región Caribe, Barranquilla y Puerto Colombia (Atlántico); en Centro-Oriente, Madrid y Facatativá (Cundinamarca); en Centro Sur, Tarqui y Pitalito (Huila); en el Eje Cafetero, Medellín y Bello (Antioquia); en los Llanos Orientales, Aguazul (Casanare) y Cubarral (Meta), y en la región Pacífica, Palmira y Pradera (Valle).
Ahora, nos preguntamos ¿qué tienen esas ciudades que no tenga Santa Marta? Tienen alcaldes que piensan en sus ciudades; tienen alcaldes que trabajan por el bienestar de los suyos; tienen alcaldes que oyen el clamor de sus conciudadanos; tienen alcaldes que categorizan las necesidades de su pueblo para hacerlas realidad y sueños y tienen alcaldes que son conscientes de que para gobernar hay que oír primero al pueblo.
Nos preguntamos entonces, ¿qué de tanta realidad hay sobre los Juegos Bolivarianos? ¿Qué pasa con el Aeropuerto Simón Bolívar? ¿Por qué el Estadio Eduardo Santos se convirtió en su primer elefante blanco? Y el Teatro Santa Marta? ¿Dónde están las llamadas "manzanas culturales"?
Esas son las obras que necesita Santa Marta para estar rankeada como un municipio eficiente y bien administrado, que nos asegure portadas de revistas turísticas y la llegada de inversionistas con capital privado que debe ser invertido en proyectos sociales que tengan como prioridad la vida, la salud y la educación de los samarios y no la consecución de un sueño político personal.