Gabo y el Caribe

Editorial
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En medio de la tranquilidad de la hermosa y verde Sabana de Bogotá, transcurría lentamente la Semana Santa. Ya era inusual el sol y el buen clima porque 'En abril, aguas mil'. Sin embargo, a partir de las 2 de la tarde del jueves 17, todo cambió y de pronto en las emisoras nacionales empezaron a sonar los vallenatos clásicos como ‘La gota fría’, y uno que otro porro sabanero. ¿La razón? acababa de morir Gabriel García Márquez. En medio del dolor que sintió el pueblo colombiano, la mejor manera de honrarlo no fue solo trayendo a colación sus maravillosos escritos sino la música que el amó, cantó y bailó. Y resulta que esa música es la nuestra, la del Caribe colombiano.
Se sabía que Gabo estaba muy enfermo, pero en el fondo todos los que lo admiramos, aquí, en México y en el mundo entero, guardábamos la esperanza de que saliera airoso de esta difícil etapa. Ahora que vivir 90 años o más no es un milagro, se creyó que Gabo llegaría a esas edades, para bien de Colombia, del proceso de paz, de la literatura latinoamericana y de la cultura caribeña. Pero no, se nos fue… Su familia de sangre, Mercedes, su inseparable compañera, y sus hijos, han manejado este evento mundial con una discreción admirable.
Pero regresando a la súbita correría de vallenatos, el recuerdo de la gran parranda que armó en Estocolmo cuando recibió el Nobel de literatura en 1982; los videos televisados de su último baile de un vallenato en Cartagena, hacen pertinente una reflexión. No es usual que en medio de algo tan cachaco como la Sabana de Bogotá, cerca de las fincas de los rolos más rolos del país, nuestra música caribeña diera el tono para homenajear en plena Semana Santa, a ese escritor ya universal, que como se ha dicho hasta el cansancio, puso no solo a nuestra Región, sino al país, en primer plano.
Por eso, al recordar las críticas que se escucharon en la 'refinada' Bogotá "Que oso, ala", cuando García Marquez cambió el severo Frac por su famoso Liqui-liqui "el oso mayor" para recibir de manos del Rey de Suecia el Nobel de Literatura, y armó la gran Parranda Vallenata en Estocolmo "¿Ala, qué dirán de nosotros los suecos?", hay que sonreír porque hoy, en la fría Bogotá y sus alrededores, tanto el traje de Gabo, como su Parranda en esa helada ciudad son parte de la historia de Colombia que nos honra y enorgullece.
Hoy, con el corazón arrugado, debemos reconocer que Gabo le ha vuelto a dar a nuestra Región, por última vez, el mayor reconocimiento posible: La gloria de las letras. Gabriel García Márquez, para muchos, el escritor más importante de la lengua castellana, después de Cervantes, que desde que nació hasta el día de su muerte, resultó ser el más caribeño de los caribeños. Gabo, un hombre que con su genialidad logró darle un puesto de honor, que nada ni nadie le puede quitar al Caribe Colombiano y a todos sus compatriotas. Hoy, en medio de su dolor, Mercedes y su familia no están solos, están acompañados por este Caribe entrañable, y por toda esta Colombia que lo leyó, que soñó a través de sus escritos, por México su nuevo hogar, y por el mundo entero.
Nota: A los cachacos se les olvidó todo aquello tan caribeño, que Gabo representaba tan bien, y que para ellos era un 'oso'.