La verdad abierta

Editorial
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Riohacha ha pasado de aldea a ser urbe calamitosa que crece desarticuladamente. Con 169.311 habitantes, correspondiente al 27% de la población de La Guajira, mantiene diferentes crisis en su institucionalidad, provisión de agua, aseo, limpieza y disposición de basuras y alcantarillado. A ello se le agrega la crisis en la salud, educación y en lo deportivo. ¿Que ha avanzado Riohacha?

En los años setenta, Riohacha vivió un momento especial. Justo cuando se iniciaba el proceso de explotación de los recursos naturales gas, carbón y sal, encontrándose en plena bonanza marimbera. No les interesó el nuevo escenario económico que ya se hacía evidente.

Los riohacheros prefieren seguir en el viejo modelo caracterizado por el ambiente de inseguridad, el miedo, el dejar hacer y dejar pasar. Todo vale y a lo tuyo tú, actitud social que ha marcado hasta ahora, a la sociedad de la capital de La Guajira.

La falta de servicios públicos como acueducto, alcantarillado, energía eléctrica y comunicaciones hicieron parte de la excusa perfecta para que importantes empresas como Texas Petroleum Company, Promigas, Ecopetrol, Morrison Knudsen, Intercor, IFI - Concesión Salinas y Carbocol no se instalaran con sedes principales en la ciudad. Se asentaron en Barranquilla y Bogotá. En Riohacha sólo se abrieron oficinas marginales de comunicaciones, relaciones comunitarias y enganche de personal.

Muy a pesar de la ampliación de la cobertura en los servicios públicos, hoy la ciudad parece estar inmersa en iguales circunstancias. Riohacha sigue siendo insegura; mantiene muchos rezagos en la calidad y garantía de los servicios públicos. En 27 años sólo se han podido instalar 2 grandes empresas (Carrefour y Olímpica).

Los bancos se pueden contar con los dedos de la mano. Esto significa que como municipio no presenta los suficientes atractivos y factores para hacer negocios e instalar nuevas empresas. Como ayer, siguen en el viejo modelo. No participan del nuevo escenario que brinda la globalidad e internacionalización de la economía.

Esto se percibe en el trabajo sobre competitividad de las ciudades capitales del Observatorio del Caribe Colombiano en alianza con la Cámara de Comercio de Cartagena. Hace un año, ellos presentaron ante las autoridades municipales de Riohacha, la Comisión Regional de Competitividad, los gremios del comercio, las universidades y la comunidad en general, una investigación relacionada con el índice global de competitividad de las ciudades capitales de los departamentos del Caribe colombiano. Los resultados son contundentes. Medellín, Bogotá y Cali son las ciudades líderes en la competitividad.

El resto de nuestras ciudades como Santa Marta, Valledupar, Sincelejo, Montería y Riohacha se encuentran en los rangos de bajos niveles de competitividad. La capital guajira es última en todo. Todo ello es la consecuencia de más de lo mismo, la crisis de liderazgo y el bajo nivel de cohesión política que se ejerce desde la Administración Municipal.

Los funcionarios parecen que no juegan a nada, ya que hasta las efemérides que sirven para generar identidad en lo local se les pasan. No reaccionan y nuevamente como grupo se han ido quedando en consistencia con la tradición administrativa plagada de limitaciones estratégicas.

El actual es un equipo sin rumbo, que se desempeña mal en la defensa y peor en el ataque. No se suda la camiseta y los funcionarios sólo saltan a la cancha para figurar sin ponerle orden y condiciones a la problemática jurídica, social, económica y ambiental que enfrentan.