La ciudad sitiada bajo el pico y placa

Editorial
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Con la firma del nuevo decreto (097 del 25 de mayo del 2015) que amplía a prácticamente todo el perímetro urbano la restricción de vehículos particulares y taxis en el Distrito de Santa Marta y que cubre zonas como la vía Alterna, la troncal del Caribe hasta Gaira, se abre un debate entre la opinión pública samaria en torno a la necesidad de aplicar medidas que conlleven a mejorar la movilidad en la ciudad, a costa del sacrificio de los miles de conductores particulares.

Las razones esgrimidas por la administración Local, en cabeza del alcalde Carlos Caicedo y el jefe de la Unidad de Tránsito, son tan válidas como las expuestas por aquellos que se contraponen a una medida que los perjudica.

Según el mandatario el aumento en el parque automotor en más de un 45 por ciento, la adecuación de vías para la implementación del Sistema Estratégico de Transporte; el cambio de alumbrado y otros trabajos de las empresas de servicios públicos, han hecho colapsar la circulación de automotores por las calles y avenidas samarias.

Aunque la medida es por el próximo semestre, a partir del primero de junio, lo cierto es que no garantiza que el problema de movilidad mejore, siempre y cuando continúen, por ejemplo, con las mismas calles y estrechas avenidas que convierten en un embudo el tránsito; la falta de control y de hacer ejercer la autoridad en las vías copadas por automotores mal parqueados, habiendo medidas legales para contrarrestarlo, pero que en la práctica son nulas ante la informalidad con que la ciudadanía transita por el Distrito.

Sin dejar pasar por alto el aumento de motocicletas, que incluso, con medidas restrictivas, siguen siendo la primera causa de accidentes por las calles de Santa Marta.

Pero más allá de que se reducirá en un diez por ciento la circulación de vehículos a diario (7600 aproximadamente), incluyendo a los taxis, ¿qué alternativa le entrega a un padre que debe llevar a su hijo desde la zona de La Paz, hasta su colegio en el centro de Santa Marta, cuando los problemas, por ejemplo, de rutas de buses no son óptimas y que para muchos el gasto en taxis resulta oneroso?

Los samarios y colombianos que llegan a visitar esta tierra pagan sus impuestos de rodamiento y el predial para tener aceptables vías por donde transitar, pero aún así, no reciben una óptima retribución.
Las obras de adecuación de vías, obedecen en su mayoría a un proyecto de transporte estratégico que lo contempla y no el propósito abnegado de los mandatarios de turno por cambiarle la cara en materia vial a la ciudad.

Más que medidas para mitigar el grave problema de movilidad que vive la ciudad, las soluciones de fondo no se ven por ahora.

Salvo la doble calzada Ciénaga-Mamatoco, obra ejecutada desde el gobierno de Álvaro Uribe, Santa Marta no tiene carreteras nuevas, que agilicen el tráfico continuo de los más de 50 mil automotores que permanecen en la ciudad, sin contar con los que aparecen en temporada turística.

El aumento en el parque automotor es un positivo índice que revela el mejoramiento del nivel de vida de las personas, en especial los de estrato medio. Un indicador que no se compadece ante la escasa oferta en infraestructura vial.

Señores de la Alcaldía: un mejor control también se puede ejercer con agentes de tránsito al servicio de la ciudad, que complementen la labor que realiza la Policía y con el apoyo tecnológico de los semáforos y las cámaras.

Causa curiosidad que entre las numerosas excepciones se da una consideración especial a los vehículos de "uso exclusivo" de concejales y diputados ¿Acaso cumplen un deber vital para que estén librados de tal restricción?