Debemos aprender de las tragedias

Editorial
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Tristes, desoladoras y terribles son las imágenes que a diario transmiten los medios de comunicación impresos y televisivos, sobre la tragedia sucedida el fin de semana en Salgar, Antioquia, en donde una avalancha arrasó con un corregimiento, que desafortunadamente se había asentado, a pesar de las reiteradas advertencias, en el cauce de un río, que tarde que temprano, pidió su terreno a un costo humano muy alto y doloroso.

Efectivamente es una tragedia de la que debemos aprender. Dolorosa, por el drama humano que se vive allí; desoladora, por la terrible situación de angustia e incertidumbre de saber qué va a pasar con los pobladores afectados; terrible, ya que ha dejado la cifra de 83 personas muertas en circunstancias espantosas y pedagógica, porque debemos aprender de este horrible resultado, a pesar de las advertencias de las autoridades respectivas, de construir en ese sitio y por ende, de las consecuencias que podría traer al hacerlo. Es como comúnmente se conoce, 'crónica de una muerte anunciada'.

Mientras tanto las labores de rescate continúan, los rescatistas buscaban cuerpos donde un alud tras intensas lluvias devastó la localidad y dejó al menos 83 muertos, así como centenares de damnificados.

La avalancha de barro y escombros arrasó esa localidad montañosa y las autoridades han dicho que hay un número indeterminado de desaparecidos, lo que aumenta el drama humano, aún más.

Carlos Iván Márquez, jefe de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y las diferentes autoridades que se han desplazado hasta Salgar, dan todos los días cifras de muertos, desaparecidos y heridos que ascienden a 37 y unos 330 damnificado, en barridos y recorridos a pie casa por casa y verificando presencialmente qué reporte final hay de personas desaparecidas.
Salgar vivió momentos de incertidumbre el lunes por la noche y el martes al amanecer. No paró de llover un instante y los habitantes del pueblo temieron un nuevo deslave.

Apenas despuntaron los primeros rayos del sol los habitantes salieron de sus casas para seguir buscando a sus familiares y amigos, que en algunos casos fueron encontrados sin vida; otros se salvaron pero están muy lastimados y los que no se sabe nada aún después de 4 días de la tragedia. Como muy bien lo ha descrito toda la población de Salgar, el momento del alud es algo que no se imagina nadie, es algo indescriptible que cuando se sintió el ruido parecía el fin del mundo. Hubo momentos que los pobladores abrieron sus puertas con dificultad encontrándose que el agua estaba casi encima de las casas logrando volarse por la parte de atrás, para salvar sus vidas.

La tragedia de Salgar, casualmente al año de la tragedia de Fundación, podría convertirse en el incidente con más víctimas fatales en Colombia desde 1999, cuando un terremoto dejó más de 1000 muertos en Armenia y una oleada de inundaciones durante la temporada de lluvias de 2011 que cobró más de 100 vidas.

Otros sobrevivientes en Salgar contaron cómo se despertaron tras un fuerte estruendo y por los gritos de los vecinos. Muchos apenas pudieron reunir a sus familiares y salir del paso del torrente de piedras y lodo que destrozó casas y puentes en la quebrada Liboriana.

Hasta este sitio de tragedia y dolor se han desplazado las autoridades que han prometido la ayuda requerida, ya que familias perdieron todo, quedándose solamente con la ropa que tenían puesta, ya que era prioritario salvarse del alud de piedra y lodo que se vino encima. De esta forma se ha prometido reconstruir las viviendas perdidas y proporcionar refugio y asistencia a las más de 300 personas afectadas por el alud.

La inundación destrozó parte del acueducto del pueblo. Autoridades proporcionan agua, alimentos y mantas para ayudar a los residentes a sobrellevar lo que describieron como una emergencia humanitaria.

La accidentada orografía de nuestro país, ubicada en una zona con actividad sísmica en el extremo norte de los Andes, combinada con la mala calidad de las construcciones, hace de esta nación una de las más propensas a los desastres en Latinoamérica.
Más de 150 catástrofes han sacudido al país en los últimos 40 años, las cuales han cobrado más de 32.000 vidas y afectado a más de 12 millones de personas, según el Banco Interamericano de Desarrollo.

Los samarios debemos aprender de esta tragedia que deja muchas lecciones; la más importante es no construir en los lechos de los ríos y quebradas que en esta época del año presentan un terreno fértil para asentar viviendas, pero que en unos meses, son terrenos que se llenaran de agua.