El triste recuerdo del Proceso 8000

Editorial
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Cada vez que se menciona el proceso 8000, parece que fuera una obra de teatro con los personajes bien definidos: Samper el 'Bobazo', Serpa el 'escudero'; Botero el 'acusador', Giraldo el 'sapo' y la 'Monita retrechera', como ella misma.

De ahí una serie de personajillos secundarios que hicieron de este novelón, el más cansón curso investigativo que terminó con los mismos finales de las series televisivas colombianas: sin emociones, o sea, nada de nada.

Absuelto el presidente Samper, cuyo único castigo es no poder entrar a suelo gringo (algo que dice no hacerle falta), después de dos décadas el proceso 8000 terminó por convertirse en un generador irreversible de información que al final escasamente aportó para que se tomaran decisiones que cambiaran el curso de la política colombiana, salpicada en ese entonces por el narcotráfico desde el cargo por elección popular más importante del país.

A partir que el fiscal Alfonso Valdivieso revelara los famosos narcocassetes y siguiera con la afirmación de Fernando Botero Zea donde repetía que el presidente Samper "sí sabía", el país quedó en la encrucijada más grande entre un mandatario carismático, un tanto bonachón y la imagen de un hombre que hizo pacto con el 'diablo' para llegar al poder.

Eso sí, perduraron frases célebres como la de Ernesto Samper "Eso fue a mis espaldas", o Monseñor Pedro Rubiano "Es como si a uno se le mete un elefante en la casa" y el inolvidable "Mamola" de Serpa, contribuyendo al amplio léxico dicharachero y colombianista que nos caracteriza, derivando en burlas y parodias por radio, prensa y televisión.

Pero ¿qué ganamos los colombianos veinte años después? No mucho. Los únicos que sacamos jugo y mantuvimos en vilo al país, fuimos los informativos, que día a día engrosábamos una larga lista de titulares que iban y venían de acusadores a acusados.

Hoy, muchos de esos personajes como la 'Monita', el periodista Alberto Giraldo, Santiago Medina, implicados en el escándalo, murieron; otros, como Fernando Botero, atienden negocios personales y apartados del panorama político, mientras que algunos siguen inmersos en él como el senador Horacio Serpa y el presidente de la Unasur, Ernesto Samper Pizano. Pareciera que la justicia no diera un serio escarmiento y peor aún, el tiempo los perdonó lo que para muchos era el claro ejemplo de corrupción en las altas esferas.

Colombia no aprendió la lección, siguen buscándose. La apatía (adrede) para investigar casos tan delicados como el proceso 8000 o las víctimas del Palacio de Justicia, parecen formar parte del gran museo de la impunidad que padecemos y nos hemos sometido con estoicismo.

O que va a decir un profesor de derecho de primer semestre cuando su estudiante le pregunte ¿cuáles fueron las consecuencias que vivió el país luego del Proceso 8000, en materia del blindaje de la justicia?