Por Dios, ¡qué demenciales!

Editorial
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Los actos violentos que la guerrilla colombiana hace en contra de la población civil y militar, según ellos amparados en su consigna de conseguir el poder a cualquier costo, son repudiables, bajos y miserables.

La aparición en un colegio de una pierna amputada a un soldado por la explosión de una mina de la guerrilla provocó la indignación y el repudio de los habitantes, del presidente Juan Manuel Santos y del ministro de Defensa, que calificó a los guerrilleros de "ratas humanas".

El gobierno nacional no puede salir a calificar al grupo guerrillero del Eln como "ratas humanas", cuando al final de la segunda vuelta electoral para la reelección presidencia, se atrevió a decir que la paz con el Eln esta ya casi firmada y que en pocos días sería una realidad. Miren por donde va la realidad de los colombianos y la lucha contra los actos demenciales de la guerrilla.

El terrible hecho que ha repudiado Colombia, ocurrió el miércoles en la mañana cuando un grupo de militares vigilaba la construcción de un parque infantil cerca del centro educativo en el departamento de Santander y allí el suboficial del Ejército Edward Ávila perdió ambas piernas y fue trasladado a Bucaramanga para recibir atención especializada.

Después del ataque los pobladores hallaron colgadas partes de una de las piernas en una cerca perimetral del colegio y alertaron a las autoridades.

Que atrocidad, exhibieron delante todo el pueblo el miembro cercenado, para intimidar a los pobladores, a plena conciencia sin un mínimo de vergüenza o arrepentimiento.

El corazón de los colombianos adoloridos por este hecho tan salvaje, se hinchó de orgullo al conocer las declaraciones del suboficial Ávila, que en su lecho de enfermo expresó que gracias a Dios él había recibido la detonación que le mutiló las dos piernas y no un niño de la población.

Que honor y que orgullo tener entre las Fuerzas Armadas a este héroe de la Patria, que no se arrepiente de lo que le sucedió ya que para él sería verdaderamente muy doloroso que un niño estuviera ahora sufriendo, por los actos de la guerrilla. Desde su cama en el hospital, el suboficial Ávila recordó el momento de la explosión.

Dice que escuchó la detonación y vio sus piernas destrozadas recordando perfectamente el esfuerzo de sus compañeros por evacuarlo del lugar. Seguramente serán momentos difíciles de olvidar, más aún cuando ahora no tiene piernas para valerse por sí mismo.

La explosión de esta mina en Santander se suma a la que estalló a principios de semana en Antioquia y mutiló las dos piernas de Luis Daniel Toro, una joven promesa del ciclismo local, quien prestaba servicio militar.

Ahora los colombianos nos preguntamos dónde quedan las verdaderas intenciones de los grupos guerrilleros en hacer la paz con el gobierno del presidente Santos y dónde está la voluntad de llegar a una paz que nos aleje de la violencia y de la barbarie de los grupos guerrilleros, que día a día arremete contra la población a pesar de los actos heroicos de nuestros héroes, que siguen poniendo el pecho por la tranquilidad de los colombianos.