El Presidente en su laberinto

Editorial
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El momento político es complicado según revela la reciente encuesta de Ipsos Napoleón Franco, solo un 23% de los colombianos cree que el país va por buen camino, con un Presidente cada día más alejado de la realidad, que no logra enrumbar su gobernabilidad; en sus dos mandatos no ha podido sintonizarse con el electorado y su popularidad sigue en una montaña rusa incontrolable.

Ahora se desplomó al 29%, algo similar a lo que ocurre con Maduro en Venezuela, que ronda el 22%. Nunca antes un Presidente, ni siquiera Samper con el 8000, fue objeto de rechiflas; primero fueron los militares, luego en Medellín y no asistió a la inauguración del Festival Vallenato por temor al abucheo de 25 000 asistentes al Parque de la Leyenda en Valledupar.

A pesar de algunos avances en infraestructura y vivienda, son más los desaciertos del gobierno en varios temas: han puesto en la palestra una torpeza indiscutible para resolver paros, esta vez le tocó a la educación y siguen en cola camioneros y funcionarios judiciales; la politiquería de la mermelada se tomó al Estado; la economía atraviesa una coyuntura difícil por cuenta de la baja del petróleo y los pocos resultados en exploración; un 66% de los encuestados, desaprueba el manejo económico del gobierno; no obstante lo más alarmante es el proceso de paz, que vive su peor etapa, por cuenta del mal manejo y la excesiva laxitud del gobierno con las Farc, en aras de una paz con fines políticos, a cualquier precio y sacrificando la seguridad.

Hoy solo el 17% de los colombianos aprueba esta gestión. Se sabía y las advertencias sobraron, hoy las negociaciones de La Habana tienen un 69% de desaprobación, han caído en un oscuro túnel donde nadie sabe que va a pasar y los únicos que están bien son los terroristas, que siguen reclutando menores, minando, matando, extorsionando y con la aspiración de no pagar ni un solo día de cárcel, aunque solo los respalde un 8% de los colombianos en esa intención.

La estrategia de Santos siempre ha sido la misma, jugar con cartas marcadas, con tal de beneficiarse, es desleal y su prioridad es quedar bien con todos, como está haciendo con la reforma al equilibrio de poderes, que sigue su marcha en el Congreso a cambio de dádivas e intercambio de favores entre magistrados, funcionarios del Estado y congresistas.

A la relación con Álvaro Uribe le dieron mal manejo desde el principio, ambientada por envidias y egos de poder y, ahora, afloran las consecuencias: el país polarizado como nunca antes; la afanosa búsqueda de Néstor Humberto Blair, perdón Martínez, al expresidente, exponen la desesperación de Santos, parece que por fin entendió que es necesario un viraje, tiene que deponer odios y cesar persecuciones, además, ser más abierto a ese 64% del país que quiere que siga el proceso, pero con plazos y reglas claras.

Santos, si tiene algo de estadista, debe demostrar que puede tomar el 'toro por los cuernos', todo se le sale de las manos y está en riesgo la estabilidad del país.