Colombia de luto por sus soldados

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Ser soldado significa y encierra "La Patria", por ello el Libertador Simón Bolívar decía que la mayor de las glorias era servir a la República en su calidad de hombre de armas. Así lo señala el himno del Ejército: "Ser soldado tuyo es la mayor de mis glorias".

Quien viste el uniforme y recibe el fusil en ceremonia especialmente solemne y posteriormente hace el Juramento de Bandera, adquiere ante su país un compromiso de verdad, una responsabilidad única ante el altar de la Patria, con miras a defenderla, admirarla y respetarla y si fuere necesario morir por nuestro tricolor nacional.
Quienes hemos estado bajo banderas sabemos lo que significa ese estado de conciencia, de entrega por una causa noble, de sacrificio permanente, de sentirse ciertamente orgulloso de prestar el noble servicio militar.

Es que portar la identidad de un Ejército, es saber que no existe el descanso, ni el hambre, ni la sed, ni las penurias, ni los sinsabores, por cuanto el alma del soldado, se blinda frente a todas las circunstancias adversas y siempre está integralmente resuelto a prestar su concurso en todos los instantes.

Ellos están en las selvas, en los sitios más inhóspitos, en los ríos, en el mar, en el aire, en las montañas y en los páramos. En las ciudades, y en los villorrios y en los lugares a donde solamente el Estado por conducto de sus Fuerzas Militares está presente. En todas partes de nuestro territorio se encuentran los soldados de tierra, mar y aire. Su derrotero no es otro que el de proteger y dar tranquilidad a todos los compatriotas.

Quizás ese contacto con todos los habitantes de Colombia, de todas las clases sociales, de todas las razas, de todas las religiones, el permanecer, convivir y solucionar sus necesidades sentidas a la gente de las poblaciones más apartadas y lejanas de las comodidades citadinas es que se han ganado el aprecio de los colombianos de bien, el cariño y la veneración se lo manifiestan a diario al extenderles con ganas la mano amiga. De ahí que sea y siga siendo el Ejército la Institución más querida por sus conciudadanos.

Desde luego quienes profesan la ideología y la tesis marxista, cuyo fin es al fin y al cabo el poder, saben muy bien que para alcanzarlo justamente como bien lo pregonaba Lenin es necesario debilitar y extinguir el Ejército con miras a adueñarse de la sociedad. Esa realidad política la historia nos la ha mostrado y ahora ostensiblemente la estamos palpando y observando en nuestra querida Colombia.

Las Fuerzas Militares y a la cabeza están los que constituyen la fuerza terrestre, es decir el Ejército: por principio, por convicción y por su propia naturaleza y además porque la Carta Magna así nos lo indica; es el garante de la integridad territorial, defensor de su soberanía, del Estado de Derecho, de sus Instituciones Republicanas y de su constitucionalidad.

Su razón de ser o mejor aún su Misión derivada de la norma constitucional es de tal importancia, que sus miembros son los primeros en darse cuenta de que tienen una inmensa responsabilidad ante el Estado y ante sus nacionales.

Por todas las razones expuestas es que cuando vil y cobardemente, como sucedió en la emboscada en el Cauca, en la cual unos facinerosos de la Farc asesinaron a mansalva y sobre seguros a unos soldados de la Patria, han golpeado el corazón de Colombia, han arrugado el alma de los colombianos y han logrado unir los sentimientos de rechazo a ese atentado, desde los ancianos hasta los niños, pasando por las mujeres que han mostrado su dolor de madres. Realmente se vislumbró una solidaridad de toda Colombia.

Despedimos a nuestros héroes con el sentimiento patriótico como ellos bien se merecen.