Si Gabo estuviese vivo hoy

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Si Gabo estuviese vivo hoy cumpliría ochenta y ocho años. El futuro Nobel pasó su infancia en medio de lo que Vargas Llosa describe poéticamente en entrevista para el libro '9 asedios a García Márquez':

"El paraíso y el infierno pertenecían al pasado, la realidad presente era un limbo hecho de miseria, calor y rutina.

Sin embargo, esa realidad extinta estaba todavía viva en la memoria y la imaginación de la gente del lugar y era su mejor arma para luchar contra el desamparo y el vacío de la realidad presente.

A falta de algo mejor, Aracataca, como tantos pueblos americanos, vivía de recuerdos, de mitos, de soledad y de nostalgia. Toda la obra literaria de García Márquez está edificada con estos materiales que fueron el alimento de su infancia".

Habría que mencionar, como para romper la monotonía y el marasmo habitual de la región, la más grande lucha laboral que se produjo un año después del nacimiento del escritor: la 'Masacre de las Bananeras'.

La prosa esplendorosa de García Márquez se dio a conocer con la publicación de 'Cien años de soledad' en 1967, aunque veinte años antes ya estaban en letra de molde sus primeras producciones.

'La tercera resignación' (1947) y 'Eva está dentro de su gato' (1948) tienen el mérito que corresponde a un buen narrador principiante. Sin embargo, con la hecatombe producida por 'Cien años de soledad' los lectores volvieron atrás en busca de los pasos iníciales del escritor de Aracataca.

Fue entonces cuando encontraron obras como 'La hojarasca' (1955), 'El coronel no tiene quien le escriba' (1961) y 'La mala hora' (1962).
Es comprensible que muchos jóvenes escritores quieran emular a García Márquez. Pero hay que tener en cuenta todas las etapas que debió superar el narrador para llegar al éxito que hoy le asegura un lugar destacado en la posteridad.

Por ejemplo, 'Cien años de soledad' ocupó su mente por más de diecisiete años; la sola organización de la trama y la adecuación de las técnicas narrativas para su estructuración final sumieron al autor en una concentración absoluta durante dieciocho meses.

Y todo para llegar a la conclusión de que la mejor forma de narrar la historia de Macondo era proceder como lo hacía su abuela: soltarse a contar…

Las enseñanzas aprendidas de las lecturas de Kafka, Proust, Joyce, Faulkner y Hemingway, para no mencionar sino unos pocos autores, le permitieron refutar la afirmación categórica de José Ortega y Gasset: "El tema de la novela está totalmente agotado".

Con 'El otoño del patriarca' (1975) García Márquez explora el mundo del monólogo interior, tratado antes sin profundidad en obras menores como 'Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo', 'Eva está dentro de su gato' y aun en 'La hojarasca'. Pero 'El otoño del patriarca' permite al autor extenderse en la crítica social y política. En esta obra integra características de los gobernantes que, engolosinados con el poder, se convierten en dictadores.

Para García Márquez no basta una visión centrada solo en los Trujillo de República Dominicana; ni son suficientes las tropelías de los Somoza en Nicaragua ni los crímenes de dictadores sudamericanos para estructurar en un relato la radiografía de tiranos en general.

En abril recordaremos nuevamente al laureado "Hijo del telegrafista de Aracataca". Se cumplirá el primer aniversario de su irreparable desaparición.