Tratando de entender (Opinión)

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Para hacer viables a las naciones, los sistemas capitalistas protegen el aparato productivo, especialmente a los sectores que soportan la economía. Procuran mantener una clase media grande con capacidad de compra, fomentando el consumo interno -el principal motor económico- y las exportaciones para generar el necesario crecimiento económico. Los niveles de tributación deben ajustarse a las realidades económicas del momento.

Como ciudadano del común siento que los gobernantes carecen de ideas distintas a imponer más gravámenes a los "contribuyentes", el trompo de poner cuando el facilismo campea. En diciembre pasado, a petición del gobierno colombiano, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) expidió un borrador con recomendaciones económicas y tributarias puntuales.

El documento salió cuando el desplome del petróleo no había tocado fondo. Es decir, el contexto de diciembre era menos sombrío que ahora. Si los principales ingresos corrientes de una nación dependen de materias primas, caso petróleo, la variabilidad de precios incide directamente la economía nacional (Venezuela, por ejemplo). Colombia, con mayor diversificación, no es ajena a la movilidad de los precios internacionales de ese recurso.

Entonces, se prevé una caída de los ingresos por regalías, dividendos de Ecopetrol, inversión extranjera en el sector energético, etc. Conclusión: clavar (¡una vez más!) al ciudadano, basándose en que nuestro nivel de tributación es bajo frente a otros países similares. Puede ser cierto, pero ¿qué devuelve nuestro estado a cambio?: ¿seguridad ciudadana y social, educación, infraestructura, salud, investigación, etc.? Entendamos que el erario pertenece a los ciudadanos y el gobernante es un simple administrador, no el dueño, y debe responder ante los ciudadanos por su uso correcto.

Los países con mayor tributación funcionan en torno a las necesidades sociales, y los impuestos se revierten en aspectos fundamentales como los mencionados, por lo cual evasión y elusión son bajísimas.
Tres recomendaciones aparecen en el documento: diversificar la economía, aumentar el recaudo y atraer la inversión. Fórmulas desgastadas que repiten recetas poco creativas.

Actualmente, el peso de la tributación sobre el aparato productivo es alto (el IVA a los bienes de inversión y el impuesto al patrimonio): hasta un 60%, el hueco fiscal es enorme y corresponde incentivar la inversión extranjera con un esquema tributario favorable. Pero, ¿por qué unos sí y otros no? Por ejemplo, las zonas francas no tributan, y ciertos regímenes especiales no son benéficos para la nación por las exenciones que conllevan.

Entonces, señores, ¿no es mejor repartir las cargas? Que a quienes aportan más se les baje la carga tributaria, y que quienes no pagan contribuyan con gravámenes parecidos. Y fomentar realmente la pequeña empresa, que lucha contra la burocracia, las cargas impositivas y la corrupción estatal. Según Transparencia Internacional, de 177 países evaluados en 2013, Colombia estaba en el puesto 94 en percepción de corrupción.

Si nuestro aparato judicial, permeado también, permite la impunidad, entonces paga saquear los recursos: la probabilidad de una condena es baja. ¿Cuánto nos cuesta la corrupción? De 1991 a 2010 (20 años), las cifras oficiales indican que cerca $189 billones (4% del PIB) fueron a dar a manos de los corruptos. ¿Realmente existe la voluntad de combatirla? ¿Cómo rescatar ese dinero?

La Ocde propone gravar a las personas naturales: usted y yo. Aumentar el IVA, gravar las pensiones, y aumentar la edad -igualando la de mujeres y hombres- y el tiempo de cotización (parece que no les alcanzaron las reformas laborales, pensionales y tributarias de 2003 impulsadas dizque para crear empleo, aliviando a las empresas, como tampoco la ley del primer empleo e iniciativas similares). Si los gobernantes temen represalias por poner el impuesto a la riqueza (0,01% de los ciudadanos), que paguen entonces la clase media (entendida como aquella de menos de $3000 millones de patrimonio, según algunos genios) y los pensionados. Es obvio que el sistema de pensiones merece una intervención, pero con reglas claras y estables.

Decir que los pensionados son acaudalados es una mayúscula infamia con la inmensa mayoría de ellos. ¿No es mejor desmontar la mega pensiones de unos cuantos favorecidos y modificar ciertos regímenes privilegiados? ¿Cuánto cuesta la burocracia estatal? ¿Cuánto es el gasto de la guerra interna?

La creatividad de nuestros gobernantes es limitada, pero Oriente les ofrece ideas. En la postguerra, los nipones utilizaron parte de los recursos del Plan Marshall para educar a muchos estudiantes en Europa y USA con el propósito de reconstruir su país. ¡Vaya si lo hicieron de forma brillante! Corea, hace 40 años tenía una economía similar a la colombiana. Mientras acá optamos por el modelo feudal y la guerra interna, los coreanos tomaron el camino del progreso: las diferencias saltan a la vista.

China, país comunista, dejó intacto y fomentó el modelo Hong Kong, convirtiéndose en la segunda economía del mundo. Señores economistas del gobierno. Podemos ser ignorantes pero no brutos, y todavía usamos la facultad de pensar. No nos crean tan tontos. Si no pueden, ayúdense con los orientales. Si no quieren o algo temen, es otro cuento.