Vemos distinta la realidad

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Linero Gómez

Alberto Linero Gómez

Columna: Orando y viviendo

e-mail: palbertojose@hotmail.com



"Había una vez una pata que había puesto cuatro huevos... Mientras los empollaba, un zorro atacó el nido y la mató. Por alguna razón no llegó a comerse los huevos antes de huir, pero estos quedaron abandonados en el nido.
Una gallina clueca que pasó por allí, encontró el nido sin cuidados y su instinto la hizo sentarse sobre los huevos para empollarlos. Poco después nacieron los patitos y, como era lógico, tomaron a la gallina como su madre y caminaron en fila tras ella. La gallina contenta con su nueva cría, los llevó hasta la granja…
Todas las mañanas después del canto del gallo, mamá gallina rascaba el piso y los patos se esforzaban por imitarla. Cuando los patitos no conseguían arrancar de la tierra un mísero gusano, la mamá sacaba para todos sus polluelos, partía cada lombriz en pedazos y alimentaba a sus hijos en sus propios picos. Un día, como otros, la gallina salió a pasear con su nidada por los alrededores de la granja. Sus pollitos, disciplinadamente, la seguían en fila.
Pero de pronto, al llegar al lago, los patitos de un salto se zambulleron con naturalidad en la laguna, mientras la gallina cacareaba desesperada pidiéndoles que salieran del agua. Los patitos nadaban alegres chapoteando y su mamá saltaba y lloraba temiendo que se ahogaran. El gallo apareció por los gritos de la madre y se percató de la situación.
-No se puede confiar en los jóvenes -fue su sentencia- son unos imprudentes. Uno de los patitos que escuchó al gallo, se acercó a la orilla y les dijo: -No nos culpen a nosotros por sus propias limitaciones".
Jorge Bucay, el escritor del cual tomamos este cuento, nos invita a no juzgar a ninguno de los personajes del relato y a entender que cada uno de ellos está hablando desde su verdad. Para comprendernos unos a otros hay que tener en cuenta el parecer de los demás. Tal vez por eso tenemos tantos conflictos porque no somos capaces de ser empáticos y tratar de ver el mundo desde la perspectiva del otro. No todos vemos el mundo desde la misma perspectiva y eso lo tenemos que asumir para podernos relacionar bien.
También tenemos que aprender que cuando el otro da una opinión distinta a la nuestra no necesariamente nos está atacando ni busca dañarnos. No podemos entender todo desde la lógica que estás conmigo o estás contra mí. No todo tiene que tener la lógica de la confrontación, del ataque, del odio y de la enemistad. Podemos construir procesos juntos aunque a veces tengamos perspectivas distintas para ver la realidad. Tal vez esa sea la mayor riqueza que podamos tener. El que todos no pensamos de la misma manera. Hay que crecer en nuestro proceso de conciencia y no seguir creyendo que quien critica algo que hacemos nos está criticando a nosotros. Ni podemos dejarnos azuzar para seguir viendo el mundo en términos de amigos-enemigos. Colombia nos necesita en una actitud más tolerante, abierta y con capacidad de construir consensos. Todos podemos construir una mejor realidad.