¿Qué será lo que busca Álvaro Uribe?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



El nivel de agresividad al que ha llegado el expresidente Álvaro Uribe Vélez, hoy senador de la República, ha puesto a pensar al país sobre sus verdaderos propósitos. La importancia de entender su actitud radica en su contribución a la profunda polarización que vive Colombia, donde el expresidente tiene una inmensa influencia. La preocupación se agrava porque, en este momento en el cual se abre una pequeña luz para iniciar lentamente un proceso de paz, lo único que no se necesita es un país prácticamente dividido en dos.
Su enfrentamiento con el presidente Santos es tan evidente que nadie duda de que esta realidad sea uno de los estímulos para oponerse a todo lo que viene del Ejecutivo. Además, como su grupo político está conformado por personas que creen ciegamente en sus palabras y además lo imitan en sus actitudes, el Senador Uribe cuenta con una caja de resonancia interna que le impide evaluar sus posturas. Pero esta no es una explicación suficiente. Tienen que haber otras razones para que, de manera inusual, rechace una invitación a dialogar por parte del presidente Santos, al tiempo que genera un elemento más de inestabilidad política sacando a relucir información confidencial sobre el proceso de conversaciones en La Habana.
Para algunos observadores, que obviamente mantienen su nombre en reserva porque le temen -con razón-, a las retaliaciones del expresidente, son hechos relacionados con sus hijos a quienes desde la época de su Gobierno se les cuestiona por sus negocios. Cuando, por alguna razón, se les llaman a dar explicaciones, así se les reconozca después su inocencia, el expresidente lo interpreta como una persecución personal que viene del Ejecutivo. Sin embargo, la verdad sea dicha, las declaraciones de renta de sus hijos, que se les pidieron en medio de un debate en el Congreso sobre las Zonas Francas, jamás han sido conocidas por el público.
Ahora, hay explicaciones posibles, mucho más complicadas. Cierto es que pocos presidentes o expresidentes han tenido tantas demandas en curso ante la justicia, y dado su estilo conflictivo, su actitud es una manera de estar en primera línea lo que le garantiza cierto grado de protección. Puede no ser la mejor de las posibilidades para su beligerancia, pero nada se debe descartar.
Mientras se entiende mejor la actitud del expresidente Uribe y se logra que incentive menos esta división, para que no se convierta en una "polarización popular" como afirma Álvaro Forero Tascón -que se les devuelve a quienes siempre han estado en el poder-, es fundamental pedirle moderación. No solo al expresidente y su grupo político, sino a los medios de comunicación que se han convertido en un multiplicador de cuanta frase dispara en su cuenta de Twitter.
Es hora de bajarle la temperatura a esta confrontación que ojalá no se base solamente en rencillas personales, entre el expresidente Uribe y el presidente Santos. Es la hora de aclimatar esa paz, que los colombianos no conocemos aún. Eso no nos convierte en amigos ni de las Farc ni del Eln, sino en ciudadanos que queremos una sociedad distinta. Para ello, es fundamental que el expresidente Uribe reconozca su gran influencia en el país y las repercusiones negativas de sus actitudes y las de su grupo político. Esto le convendría muchísimo al Centro Democrático, y especialmente, a los 47 millones de colombianos que quieren respirar aires más conciliadores.