La problemática arrocera

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No me están cuadrando las cuentas con el tema de producción y consumo del arroz en Colombia. Con la trepada del precio del cereal por estos días, me puse a investigar el tema y me llevé varias sorpresas.

Revisando las estadísticas de consumo humano per cápita de arroz en el mundo, encuentro que los costeños estamos consumiendo arroz como chino -unos 70 kilogramos anuales frente a 40 kilogramos del resto del país-. Esto indica que existe un mayor nivel de pobreza en nuestra Región Caribe. Dicen por ahí, que entre más pobre sea la familia más arroz se come en casa.

Volviendo al tema que nos ocupa -el incremento de cerca del 50% en el precio del arroz-, llama mucho la atención que en nuestro país no sepamos a ciencia cierta cuántas toneladas de arroz se producen al año. En las cuentas de Fedearroz, existe suficiente inventario, en las bodegas de los molinos no hay existencia ni para hacer cucayo y según los estudios del Dane, los colombianos consumimos 1 880 000 ton/año y solo estamos produciendo 1 100 000 ton/año. Es decir, hay que importar 700 mil toneladas anuales.

Para suplir esta insuficiencia en ciertas épocas del año, el Gobierno Nacional pactó -dentro del marco del TLC con los Estados Unidos- la importación de un contingente de 96 mil toneladas anuales y autorizó la importación de 80 mil toneladas de Ecuador y seguramente tendrán que autorizar otras 80 mil de Perú. Aun así, nos están faltando 444 mil toneladas de arroz para atender la demanda interna. Claramente, estamos frente a un enorme problema de contrabando que utiliza 13 058  tractomulas  al año para introducir ese volumen de arroz desde Venezuela y Ecuador. ¿Qué respuesta tendrá la Policía Fiscal y Aduanera sobre este tema?

El otro problema grave que encontré, es la falta de planeación y productividad del sector arrocero del país. Nadie se explica como Fedearroz, que maneja una chequera de 50 mil millones de pesos al año ($35 000 millones que le entran por concepto de subasta del contingente de arroz del TLC con los Estados Unidos y $15 000 millones por cuota de fomento), no haya sido capaz de mejorar la competitividad y el crecimiento del sector. Tenemos la misma superficie, semillas, sistemas de riego y maquinaria agrícola de 25 años atrás. Su misión se ha desviado a los negocios de la venta de insumos agrícolas y montaje de molinos, descuidando la productividad de sus productores.

Ni qué hablar de los altos costos de producción del cereal. Fedearroz se ha hecho el de la vista gorda con los abusos de los precios de los fertilizantes y los canon de arrendamientos de las tierras, que superan los $2 millones por hectárea en el Tolima, Huila y Cesar. Debería existir un mecanismo legal de expropiación a quienes cometan estos abusos.

De poco sirve que el ministerio de Agricultura siga girando miles de millones de pesos a los productores de arroz en subsidios a tasa de interés, asistencia técnica, seguro agrario, maquinaria agrícola y comercialización, si estas ayudas se quedan en las manos de unos cuantos especuladores de la cadena productiva.

Queda en manos de la Contraloría General de la República, la Bolsa Mercantil de Colombia, la Superintendencia de Industria y Comercio y la Policía Fiscal y Aduanera, aclarar las dudas sobre esta problemática arrocera. Ojalá sea pronto.



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