Impunidad a la medida es el precio de la paz

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La opinión del expresidente Gaviria sobre la justicia transicional para todos ha sido bien acogida por casi todos los sectores políticos sin excepción.

Aunque hay algunas voces que han expresado su preocupación de que esto sea aprovechado para conseguir impunidad para todos.

Me identifico con la última preocupación, la cual me parece bastante razonable.
Es cierto como lo anota Gaviria, que el proceso de negociación es un tema esencialmente político y no jurídico, y que por tanto se puede llegar a acuerdos que transgredan el ordenamiento positivo vigente.

Aunque esto es cierto, lo político debe hacerse dentro de unos linderos jurídicos que tienen validez universal, o por lo menos validez en Occidente. No todo se puede.

Disiento de los que consideran que la justicia transicional debe limitarse a los combatientes, y estoy de acuerdo con Gaviria en que tiene que ser un proceso más amplio e inclusivo, que dé cabida a actores determinantes del conflicto, aunque estos no hayan sido combatientes.

Lo que propone Gaviria, no sorprende a nadie. Desde las primeras líneas de esta obra de teatro, sabíamos que algo se inventarían para que muchos actos quedaran impunes.

No nos lo iban a decir desde el inicio sino que poco a poco han ido tejiendo una trama, en donde los actores de principales nos llevan a la incontrovertible conclusión de que la única forma de lograr la paz es lograr la impunidad para todos.

Hechos supuestamente contundentes no faltan, como la polarización que vive el país, y el argumento de que todos tenemos rabo de paja.

Y aunque nuestros dirigentes no tuvieran la intención de arropar a todo el mundo con un manto de impunidad, este sería el resultado en cualquier caso.

La razón es sencilla, este tipo de iniciativas siempre se han hecho en nuestro país desde una posición de debilidad institucional. Entonces nos convencen que lo pragmático es ceder los principios porque es la única forma de lograr la paz.

El mismo Gaviria, haciendo gala del mismo pragmatismo político que lo caracteriza, hace algún tiempo le hizo una Carta Política y una cárcel al peor criminal que ha tenido Colombia. Era para acabar un terrorismo que nos tenía arrodillados. ¿Cambió algo? Pregúntenle al mismo Gaviria, a quien algunas versiones sitúan llorando al enterarse de la fuga de Pablito. Todos sabemos cómo terminó esto.

Después, el gobierno anterior nos vendió la idea de que había que negociar con los paras para acabar con la barbarie. ¿Funcionó? Menos. La estructura paraca sigue intacta, solo que ahora se han apoderado de muchos departamentos y ciudades.

La justicia transicional para todos como la plantea Gaviria no es más que hacer un proceso de paz a la medida para que ciertos sectores, algunos de ellos los más furibundos opositores del actual gobierno, logren la tan anhelada impunidad. Paz e impunidad serían sinónimos.

Cualquier concesión que se haga desde una posición de debilidad institucional, inevitablemente acarrea la impunidad y termina fracasando.

Pero para forzarnos a tragarnos el sapo, nos dicen que es la única forma de acabar de una vez por todas con la violencia de más de cincuenta años; y desafortunadamente, todos estamos tan deseosos de vivir en paz, que probablemente nos vamos a tragar el sapo sin decir ni mu.

El problema consiste en que cada vez el sapo que nos piden que nos traguemos es más grande, y llevamos un poco más de doscientos años en esta novela de nunca acabar.

Al ciudadano inerme y de a pie, que somos la mayoría de los colombianos, nos toca tratar de sobrevivir entre la intimidación de las armas de los delincuentes y las artimañas y corrupción de nuestra clase dirigente.

Que nos quede claro, para no llamarnos a engaños, que el precio de la supuesta paz es la impunidad. Y creo que hasta el ciudadano más desprevenido sabe que esta iniciativa de impunidad está hecha a la medida y tiene nombre propio.