Cuánto tiempo más actuaremos como hipócritas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Las imágenes publicadas en la red por un puñado de locos que dicen luchar en nombre de algún dios, muestran dos facetas diferentes de la violencia irracional que practican los militantes del Estado Islámico.

En un primer video se observa a un grupo de combatientes kurdos cuando son conducidos hasta el sitio en que serían incinerados.

En el segundo, 21 personas pertenecientes a la comunidad cristiana egipcia son obligadas a arrodillarse, mientras los verdugos, a espaldas suyas, blanden orgullosamente el reluciente metal que habrá de terminar con sus vidas.

Qué vergüenza, vivimos siendo víctimas de un montón de malditos que arremeten sin piedad en contra de su mismo género. Lo más triste de esto es que la comunidad internacional no manifiesta aún una posición firme en contra de este tipo actos.
La mayoría de los gobiernos hipócritas del planeta, especialmente en las pseudodemo-cracias latinoamericanas y los países del eje socialista, en vez de levantar la voz para oponerse a la acción criminal, apoyan a los terroristas.

Es como si estuviéramos de regreso, en una de esas épocas oscuras de la historia, en las que sólo tenía sentido la adoración engañosa de deidades y la supremacía de la raza.

Me pregunto, ¿en qué tipo de mundo depravado vivimos? ¿Será posible que después de tanta experiencia fallida y sangre derramada, continuemos cometiendo las mismas atrocidades que se cometieron en el pasado?

No sé si mis expectativas superan la realidad que absorbe a la mezquina naturaleza humana, pero, lo único que alcanzo a observar del entorno me lleva inequívocamente a concluir que la insensatez está ganando la batalla.

Los hechos ocurridos en Nigeria, Libia, Irak y el medio oriente, indican que el hombre no está preparado para afrontar el reto de la vida en comunidad, y que contrario a lo que pensamos, no hubo evolución sino estancamiento y retroceso en los niveles de racionalidad humana. Parece que Darwin finalmente se equivocó.

Mejor nos hubiera ido si los cien mil millones de neuronas que reposan en el cerebro permanecieren hibernando, y no desarrollando las operaciones lógicas que nos convierte en una especie funesta y asesina.

¿Hasta cuándo la estupidez humana -enmarcada en los rótulos del fanatismo religioso, la supremacía de la raza, la locura política, la ambición, el poder y las ideas enfermas que gobiernan el pensamiento-, va a estar encaminada a producir mal?
No puedo imaginar siquiera qué tipo de cosas pasan por la mente de Bashar Al Asad, Nicolás Maduro, Cristina Fernández, Vladimir Putin, José Mujica, los hermanos Castro y otro puñado de gobernantes desquiciados que apoyan las acciones de los terroristas.

¿Cuánto tiempo más actuaremos como hipócritas permitiendo que la clase dominante mundial promueva masacres en contra de palestinos, judíos, kurdos, cristianos, musulmanes, negros, blancos, socialistas o capitalistas?
¿Acaso no alcanzamos a percibir que el silencio cómplice nos hace igual a los desquiciados que realizan actos salvajes como los de ISIS?

Seguimos el juego de los maniáticos y nos alineamos alrededor de un bando o del otro, porque en nuestra vasta ignorancia se nos dio por llamarnos algún día de izquierda o de derecha, cristianos o judíos, o por adorar -según lo indica la propia ignorancia- al dios verdadero. Estamos locos y no lo queremos aceptar.

La barbarie no se celebra, se combate. Y a los dementes que inquietan la tranquilidad de los hermanos hay que cerrarles el paso, en vez de construirles mezquitas para que siembren la semilla del terror que se ha esparcido por el resto del mundo.

Ojo señor Castro, que no le suceda como a los hipócritas que patrocinaron la barbarie terrorista del pasado, y cobijaron a miles de fanáticos religiosos y a los militantes de los movimientos subversivos que hoy hacen temblar a Europa y Norteamérica.

Este es el momento en que Francia, Suecia, Dinamarca y Noruega, entre otros, van a empezar a lamentar el respaldo que dieron alguna vez a la acción despiadada de los salvajes.

Solo espero que lo que sucede en el antiguo continente no ocurra en Latinoamérica, y especialmente en Colombia. Y que asimismo, algún día dejemos de actuar como lo hacen los hipócritas que patrocinan este tipo de acciones.