Coronel de la reserva Miguel Posada Samper

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Se ha ido y con destino a la eternidad un gran amigo, un soldado integral, un compañero de armas, un patriota sin igual, un empresario destacado, un hombre de bien y un ciudadano que respiraba colombianismo.

En su paso bajo banderas, sintió, vivió y empezó a querer, a respetar y a admirar a su Ejército. Por ello palpitaba intensamente, vibraba honda y profundamente con todo aquello que tenía que ver con la milicia.

La última vez que tuve la fortuna de departir con él, con ocasión de una condecoración que le impusieron los hombres de la divisa negra, cual es la medalla Antonio Ricaurte, no se me olvidarán sus palabras de nuestra charla, relacionadas con su sentir verdaderamente republicano acerca de la situación nacional: "Moriré en la trinchera defendiendo la libertad, el Estado de Derecho y nuestro sistema democrático". Y, la realidad es que esa frase se constituyó en la razón de ser de sus últimos dos lustros.

Fue un batallador insigne, defendiendo las Instituciones legítimas, especialmente sus Fuerzas Militares, particularmente su Ejército, del cual era Oficial de la Reserva en grado de Coronel. En múltiples circunstancias a pesar de que no nos veíamos con la frecuencia que debíamos vernos por razones diversas, siempre tuvimos una amistad franca y cercana tanto en la parte castrense como en la vida de los negocios y de la órbita financiera.

Valoré en su justa medida su confraternidad, su altura intelectual, su recia personalidad, su afán de servicio y su interés por todo lo que concernía con la salud de la Patria.

Sus editoriales en el programa radial Verdad Colombia que dirigió durante una década, fueron realistas, sesudos y profundos y en todos ellos dejaba translucir su amor por Colombia y por su Ejército.

También consagró muchas horas de lectura relacionadas con las guerras mundiales. Razón por la cual aseveraba con erudición y conocimiento de causa de que el comunismo perdía las guerras militares pero ganaba las guerras políticas.

Conocía a fondo la problemática colombiana y obviamente se fascinaba con la historia política, militar, social y económica de nuestro país.

Una característica sui generis y ejemplar se relacionaba con su categoría humana, en el sentido de que no tragaba entero y gozaba de una dialéctica filosófica e ideológica clara y convincente para exponer y sostener sus puntos de vista.

Consideraba al gobierno venezolano de Chávez y Maduro "poco confiable, dado que era amigo de las Farc, es decir de nuestros enemigos". Hablaba de la combinación de las formas de lucha que preconizaba el comunismo. Su parecer al respecto "es que los comunistas son maquiavélicos, esto es que el fin justifica los medios". Afirmaba: "Que el Estado no puede ceder todo por la paz".

Lamentamos su partida, nos hará falta en esa trinchera democrática y añoraremos su profesionalismo en la defensa institucional. Paz en su tumba.

Como decía el General Douglas MacArthur: "Los viejos soldados nunca mueren sino se desvanecen". Parafraseando a Pericles en su oración fúnebre: "Su recuerdo pervivirá no grabado sobre piedra, sino en la memoria no escrita y en los corazones de los hombres".