Alexis Tsipras el cambio populista en Grecia

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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



En una de mis últimas columnas había vaticinado, aquello que se sucedió en Grecia. Un giro de 360 grados en materia política, social y económica, con ocasión de la llegada al Gobierno del comunista Alexis Tsipra, en su condición de primer Ministro.

Los pueblos incluso de cierta cultura, ese es el caso de los griegos y los argentinos inexplicablemente se dejan engatusar, manejar y engañar por la demagogia, el populismo y los programas asistencialistas que les ofrece la izquierda extrema.

Siempre aprovechan estos políticos utilitaristas el hecho de que el vulgo se encuentra cansado, se siente abandonado, siente la pobreza, y está hasta la coronilla de la corrupción. Consecuentemente su única idea y deseo es la de un cambio cualquiera que sea y ahí es donde aparece un Kirchner en Argentina, un Chávez en Venezuela, un Ortega en Nicaragua.

Pero ese fenómeno se está viviendo y extendiendo en Europa, por cuanto España con el movimiento Podemos de Pablo Iglesias, está ad portas, según las últimas encuestas, de imponerse en las próximas elecciones.
No hay que olvidar de que el amigo y consejero de Chávez fue Iglesias, quien también ha apoyado a Tsipra. Entonces esas esperanzas de un mejor futuro para Grecia y España, en manos de estos dos charlatanes cultivados, es una utopía.

Lo lógico es que la situación se deteriorará y se empeorará aún más en esos países.
Sin entrar en un examen exhaustivo, la historia y los hechos reales nos han mostrado de que el comunismo lejos de ser la salvación no es sino un productor de miseria. ¿Qué ha pasado en Venezuela y Argentina? Las naciones más ricas de América Latina hoy empobrecidas y desabastecidas y en total crisis económica y social como resultado de esos regímenes.

Ahí está el ejemplo funesto y la experiencia negativa en Europa del Este y en la Unión Soviética. Con la caída del muro de Berlín se cayó simultáneamente el sistema comunista y resulta que ahora quieren ensayar nuevamente en Grecia y España esas fórmulas políticas inadecuadas o modelos económicos obsoletos.

Por eso con justa razón, conocimiento de los problemas y análisis serio Winston Churchill afirmaba: "El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de la miseria".

Tsipra asciende lenta y progresivamente. Se inicia como presidente de las juventudes comunistas, incrementa su fervor ideológico al tomar contacto y posteriormente unirse en convivencia como él mismo lo expresa con una mujer discreta pero guerrera. Ella tumbó de la cátedra a un profesor, a quién tildó de apropiarse de un trabajo de investigación y lo llevó a los tribunales y el fallo a su favor le dio una indemnización de 30000 euros.

Betty como la llaman popularmente igualmente es atea y será la compañera del primer Presidente de un gobierno comunista, el más joven y el único que no está casado y que no ha hecho juramento religioso en la asunción de su cargo.
Quiéralo o no habrá un remezón en todos los aspectos en la vida de los griegos. Sin duda afectará a toda la comunidad europea.

Tsipras como candidato decía que no pagaba la deuda, ahora manifiesta dada su nueva responsabilidad de que la negociará. Su posición es que la austeridad es del pasado y volverá el Estado benefactor a imperar entre los griegos, lo cual genera obviamente alegría y apoyo en la población griega. Ciertamente sortear un gasto generoso sin respaldo de ahorro o de liquidez, económicamente siempre ocasionará consecuencias desastrosas.

Si al enfrentarse a la Banca europea y a los gobiernos que le dieron la mano financiera, Grecia obtiene luz verde a sus pretensiones, sería un patrón funesto para Alemania como locomotora económica. De inmediato Portugal, España e Italia seguirían ese camino y vendría el verdadero descalabro o caos para el viejo continente.

Darle un premio a un miembro comunitario por portarse mal financieramente hablando, es un pésimo paradigma. El que se porta bien y cumple con sus obligaciones, en adelante lo pensaría dos veces. Difícilmente van a aceptar sus propósitos. No se pueden cambiar las reglas de juego crediticio por darle gusto a un gobernante.