Que aparezca el civismo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Son muchas las expresiones en las que se indica que pasa con ese grupo o sector de la sociedad que no tiene cultura, que le falta civismo, que carece de educación ante una situación que se presenta en nuestro entorno.

¿Por qué se actúa así? También son muchas las voces en alto tono e insistencia que se pide que aparezca el civismo, el respeto y el acatamiento a las normas de convivencia, ya que de no ser así nos veríamos inmersos en conductas mucho más graves que conducirían al reproche, señalamiento del resto de la sociedad y por ende a la restricción de algunos derechos.

Con el trascurrir de los días los valores éticos están disminuyendo, se están desmoronando como castillos de arena por circunstancias adversas, muy mínimas que no se afrontan y solucionan oportunamente.

Se ha llegado a la irresponsabilidad, indiferencia e indolencia hasta tal punto que las cosas que se desean se quieren que surtan efectos en el momento, afectando o llevándose por delante a todo lo que impida ese propósito.

Las nuevas tendencias dejan ver que lo que ayer era, hoy no es, y lo que ayer no era, hoy es; situados en este panorama, encontramos que son las circunstancias con nuestro entorno en el que vivimos cotidianamente, vamos perdiendo o distanciándonos de esos ejes, nortes de conducta normales llegando a que se obtenga esos fines de cualquier manera. Hemos perdido la imaginación, iniciativa, firmeza y decisión, son pocos los que piensan por el proceder de muchos.

Si hacemos un alto en el camino en ese recorrido que nos toca a unos más largos, a otros más cortos, ese tiempo de análisis, reflexión nos permitirá de manera aterrizada y con sinceridad un resurgir que nos re-direccionará, y que nos permitirá el reencuentro de muchas cosas valiosas que no le estamos prestando importancia.

Seamos racionales, reflexivos, tengamos sentido de pertenencia por lo que sentimos y queremos con verdadera confianza y no lo arrojemos por la borda. Volvamos esos valores a la familia, a esas instituciones prestigiosas, al trabajo honesto; mantengamos ese interés fijamente en ellos. Seamos solidarios y útiles en la familia y participemos formando una nueva sociedad, identificándonos en ella con propósitos similares que nos permitan realizarnos como seres humanos de valía.

Desde que nacemos nuestra personalidad se va formando y consolidando con el trajinar para hacerle frente a las circunstancias de la vida y a quienes nos rodean; actuemos con confianza, principios nobles, edificando ideales con capacidad de discusión para un óptimo desarrollo que nos envuelva a todos a soportar cualquier adversidad.

Las conductas humanas chocan y muchas veces de manera violenta con el más cercano, nuestro semejante sea familiar o no ¿Por qué esa agresiva actitud contra personas que nos pertenecen y con las cuales estamos obligados a un trato amable y respetuoso.

En la obligación que aparezca el civismo a reconocerlo e implementarlo y que se mantenga en el pensum académico como lo establece nuestra Carta Magna en el artículo 41 nos encontramos todos opinando y aportando.

No debe ser una clase de relleno como unos dicen por ahí; la cátedra de civismo es fundamental en una sociedad naciente, creciente, especialmente involucrarla a la niñez y a la adolescencia.

Estamos obligados sin excusas a llenar los vacíos que nos dejó el pasado con civilidad; así resueltos, se pulirán las aristas de la personalidad y el trato con los demás será cortés, apacible la voz, sincera la sonrisa, amables las maneras de interpretar y accionar.