Zombies combatientes y varones

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Escrito por:

Carlos Payares González

Carlos Payares González

Columna: Pan y Vino

e-mail: carlospayaresgonzalez@hotmail.com



Toda guerra contra zombies combatientes es una guerra de desgaste por lo repetitiva. Sobre todo en tratándose de ciertos zombies políticos.

Es seguir toda clase de chismes por twitter con los mismos argumentos de siempre: un mundo pletórico de malvados mitómanos y conspiradores que acosan la sobrevivencia de los únicos verdaderos "combatientes" y los únicos verdaderos "varones".

Escuchar o leer a Uribe, o a su dúctil escudero José Obdulio, es una tarea tediosa que consume las fuerzas del más fuerte de los espíritus. Poseedores ambos de un palabreo predecible que se repiten como zombies o como las figuras de la geometría fractal.

La misma "pomadita" de culebreros les sirve para explicar toda clase de entuertos que los salpican. Carentes de creatividad y de razones, se tornan recurrentes y aburridores. Basta con la jerga de ser unos "combatientes" y "varones". Una cruzada de "hombres superiores". ¡Y punto!

A los combatientes varones del uribismo les basta con declararse auténticos "patriotas" para que resbalen críticas y acusaciones. Son intocables por su "amor superior" a la patria. Todo es válido entonces. Y todo es todo.

Tal vez por eso los "combatientes" y "varones" de la patria no tienen asomo de culpa o de gestos de arrepentimiento ante las evidencias que los desnudan. Porque si algo distingue a los políticos "combatientes" y "varones" es que se rigen por su propia ley… la de un gobierno de "combatientes" y "varones".

Unos hombres obsesionados por el poder hasta el punto de "arrodillarse" (sin perder la naturaleza varonil mientras invocaban la salvación de la patria) en el baño presidencial para ganarse el voto de una supuesta "mitómana" con propósito reeleccionista.

La salvación de una patria que cada vez más se alejaba de los principios democráticos, como lo manifestó públicamente el ex embajador gringo, Myles Frechette.

Una vez se conoció la opinión del general Naranjo Trujillo sobre las chuzadas del DAS, el combativo y varonil J. Obdulio Gaviria se lanzó en ristre en defensa de sus atrabiliarias funciones como asesor uribista. Fue y sigue siendo una especie de Rasputín, o de Montesinos, detrás del poder. O algo peor. Dijo el Director de la Policía que "las órdenes de las interceptaciones ilegales del DAS vendrían del secretario general de Palacio, Bernardo Moreno, y del consejero José Obdulio Gaviria".

Una especulación que, tratándose de la persona que la dice, tiene mucha carga de verificación. Fue, sin duda, el general Naranjo Trujillo uno de los funcionarios del gobierno uribista "más astuto y más informado", según las palabras del ex embajador gringo, William Brownfield.

Ripostó entonces J. Obdulio Gaviria con un delirio de persecución que embarga a los uribistas de crema o de élite. "Naranjo me calumnia, miente y denigra de mí", "soy un valiente cuyo pecado ha sido defender un gobierno de varones, los cobardes sabrán que no mataron a un cobarde, ¡abajo la cobardía, abajo la traición, a luchar contra la calumnia", así se expresó por medio de su twitter el obcecado uribista.

Una respuesta, sin lugar a dudas, "impertinente, hipócrita e injusta, si realmente es inocente, que colabore con la investigación, pero no debe esconderse detrás del poder que tuvo con el presidente Uribe, las chuzadas del DAS fueron algo sin presentación, que han causado un mundo de estragos…", manifestó Myles Frechette, quien ocupó la Embajada de EEUU en Colombia. Los diablos haciendo ostias.

Los uribistas "pura sangre" oscilan estratégicamente entre la grandilocuencia combativa y el espejismo conspirativo en su contra. El mismo jefe ha dicho que "soy un combatiente, no tengo espíritu de víctima", para después, a renglón seguido, afirmar que "en Colombia no hay garantía judicial para ex funcionarios de su gobierno… los magistrados de la CSJ y, el señor Daniel Coronell, han perseguido a nuestro gobierno". Ditirambo absoluto. La doble maniobra: atacar y sentirse atacado. Como en cualquier cuadro esquizofrénico, los uribistas piensan que todo en el gobierno transcurrió por carriles normales y hasta felices.

La realidad se parte en dos: la propia (la verdadera, la única, la total, etcétera) y la de los demás. Los uribistas tienden a quejarse de que nadie los comprende (se quejan del mundo, o de las personas en general, o de algunas en particular), y a sostener ciertas teorías reivindicativas, especialmente, tomarse muy a pecho cualquier cruzada de corte patriótico.

Por eso se exageran ante la importancia de cualquier crítica. Finalmente, se tornan francamente delirantes, sin relación alguna con la realidad. Estos delirios, si bien rompen con el criterio razonable de la realidad, a veces pueden confundir, porque comúnmente contienen elementos reales que pueden hacer suponer un pensamiento original pero ligado a la realidad.

Pero si se presta atención durante suficiente tiempo, resulta claro que los elementos reales son minoritarios, y el pensamiento vaga a su arbitrio por un mundo de interpretaciones fantásticas, para luego culminar en el delirio paranoico.

Como sintomáticamente lo expresa J. Obdulio Gaviria: "me cuentan que cierta bigornia periodística está alabando a Naranjo. ¡Claro! Ya se supo quien los alimentó todo el tiempo contra mí. ¡Tápense!" Todo delirio paranoico significa que todo el contenido del pensamiento está referido a sí mismo. Por ejemplo, las interpretaciones de la realidad que hace el obcecado joker uribista son referidas a sí mismo. Todo tiene que ver consigo. La realidad que él ve o interpreta tiene que ver directamente con él. Sin ellos no existe la historia.



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