El escarabajo de Marinilla

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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



A los 82 años ha fallecido en Medellín de un paro cardíaco, quizás el mejor ciclista que haya producido Colombia en toda su historia. Se trata de Ramón Hoyos Vallejo, cuyas calidades en materia ciclística eran innatas. Se constituyó en una leyenda en ese mundo deportivo, por sus importantes triunfos, marcas históricas y hazañas en las carreteras montañosas. Por esto último es que se le denominó El Escarabajo de Marinilla, municipio antioqueño donde había nacido. De ahí en adelante todo aquél entre los pedalistas nuestros con facilidad para trepar, se le conoce como el escarabajo, y en el plano internacional por el hecho simplemente de representar el tricolor nacional, en forma general se le da tal denominación.
Ha sido el único practicante de la bicicleta, que en las etapas montañosas, llegaba a la meta con ventajas sobre el segundo a veces superiores a los quince minutos. Desde luego en la época en que sobresalió las carreteras parecían o más bien eran prácticamente caminos de herradura.
Había tramos en las Vueltas a Colombia en los cuales los participantes debían transitar con el caballito de acero al hombro, pues sus rutas no podían ser transitables de otra manera. Muchos kilómetros de la vía no tenían pavimento, totalmente con gravilla, piedra y arena, es decir unas trochas y por supuesto en invierno se convertían en lodazales. Por ello para los ciclistas y las camionetas acompañantes era una verdadera odisea, un desafío a la naturaleza recorrer esos senderos. Esa dificultad en esos caminos vecinales, hicieron que se considerase en ese entonces la Vuelta a Colombia como la más dura y pesada de los eventos ciclísticos mundiales.
Sin embargo pese a esa difícil topografía Ramón Hoyos se impuso cinco veces consecutivas. Ganador de 12 etapas en una sola edición, record que no volverá a sucederse. Ese pentacampeón igualmente se consagró en México como Campeón Panamericano en la ruta en el año 1955 y clasificó quinto en esta misma modalidad en los juegos olímpicos de Melbourne en 1956. También descolló en Puerto Rico y allí fue el vencedor en la vuelta de ese país. Prestando su servicio militar, por primera y única vez un soldado gana la Vuelta a Colombia en el año 1953, representando a las Fuerzas Militares.
Por ser una gloria del deporte de las bielas, se le hicieron reconocimientos de singular valía. Por ejemplo nuestro excelso pintor Fernando Botero le dedicó y pintó uno de sus cuadros, llamado "Apoteosis de Ramón Hoyos". Esa pintura boteriana ha recorrido el mundo en muestras itinerantes pero ahora se encuentra colgada en un museo en Copenhague, Dinamarca. A pesar de que Hoyos le pidió a Botero que donara él esa obra pictórica a su tierra natal, éste insistió en que es mejor que sus hazañas sean conocidas en el exterior.
De la misma manera nuestro extinto premio Nobel García Márquez le rindió homenaje escribiendo en el diario El Espectador en varias entregas, una breve historia de su vida, producto de una serie de entrevistas. Fueron pasajes desde su niñez hasta cuando llegó a surgir como el gran ciclista. Al despedirse del redactor dijo: "Esto cansa más que la Vuelta a Colombia".
Los copleros antioqueños también se manifestaron con muchas canciones y coplas en su honor, haciendo alusión a sus victorias y a sus condiciones excepcionales como escalador.
Pero lo más destacable de su carrera deportiva, sin discusión alguna era la forma en que subía, devoraba y arañaba las escaladas, parecía como si tuviese un motorcito en la barra, que lo impulsara tan rápido y con tanta fuerza y seguridad. No había quién le aguantara el paso en los terrenos empinados. Su ritmo endemoniado dejaba a todos los ciclistas tan pronto como se insinuaba la inclinación en el horizonte.
Dentro de los trepadores colombianos que se pueden mencionar al lado de este escalador de escaladores están: El jardinerito Lucho Herrera, Patrocinio Jiménez y últimamente Nairo Quintana, futuro triunfador del Tour de Francia.
Este rutero tenía una capacidad física impresionante, una firmeza de alma apabullante, un fervor por su ciclismo sin par, un poder en sus piernas fuera de lo normal. Su personalidad atrayente se pudo evidenciar desde niño, se reflejó en su transcurrir ciclístico y luego retirado del deporte en sus negocios y actividades comerciales.
El ciclismo colombiano empezó a sentirse en las carreteras internacionales con este campeón antioqueño. Se constituyó en ejemplo de los corredores que posteriormente nos han dado tantas satisfacciones en el Giro de Italia, el Tour de Francia y la Vuelta a España.
Con motivo de su deceso, se le hicieron los merecidos honores en la prensa hablada, escrita, radial y televisiva.