Promiscuidad y estupidez

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Arsada

Arsada

Columna: Opinión

e-mail: armandobrugesdavila@gmail.com



En el London School of Economics, un especialista en sicología evolutiva de nombre Satoshi Kanazawa, se le dio por hacer una investigación que consistía en analizar dos grandes bases de datos estadounidenses, para posteriormente confrontarlos. La primera referida al "Estudio nacional de Salud Adolescente" y la segunda relacionada con la encuesta nacional social que aquel país realiza y en la cual se enfatiza sobre la medición de las actitudes sociales y el coeficiente intelectual de adolescentes y adultos norteamericanos. El investigador se encontró con conclusiones muy interesantes al interior del proceso evolutivo en los seres humanos, siendo uno de ellos el que los hombres con mayor coeficiente intelectual son más propensos a valorar la exclusividad sexual. Dicho de otra manera, el hombre entre más promiscuo, más estúpido; y debe ser así porque la experiencia de la cotidianidad humana nos muestra, cómo en muchos casos, si no en la mayoría, los hombres infieles lo hacen con mujeres menos atractivas e inteligentes que su compañera, exponiéndose con ello de manera peligrosa a la pérdida del ser querido y que lo ha dado todo por él, en tanto que al abandonar las obligaciones sexuales con su pareja, incita a ésta a satisfacerla con otro. Resultado de todo este peligroso juego, en donde el hombre cree tenerlo ganado de antemano, es la separación de la pareja, porque ahora si él no la baja a ella de vagabunda y zorra. Otros con más suerte logran superar esta difícil etapa de pubertad adulta y los asume la sabiduría de la adultez y es cuando caen en cuenta de los muchos errores cometidos y lo cerca que estuvieron de perder su estabilidad emocional de pareja a cambio de nada, porque con quienes lo hicieron realmente no significaban mayor cosa comparada con su pareja. Otros en cambio tuvieron la poca fortuna de conseguir una especie de robot biológico, que también los hay, y en vez de pareja tuvieron una esclava a la que con golpes y amenazas sometieron y avasallaron. Estos no nacieron para formar parejas, sino para maltratar y ser maltratados; en esa desdicha fundamentaron su "felicidad". Pero el sicólogo se atreve aun más y asevera que todo apunta a demostrar que el sentimiento de fidelidad del hombre sería una señal de evolución positiva de la especie, dado que a largo de la historia de la evolución, los hombres siempre fueron relativamente polígamos y que ese comportamiento ha venido cambiando. Para él, el hecho que el hombre haya venido asumiendo una posición monogámica, es sin lugar a dudas "una novedad evolutiva". Sin embargo, quiero suponer que deja por fuera una variable que podría pesar mucho en el proceso: me refiero al gran salto dado por la mujer en las relaciones sociales de pareja, aprovechando la coyuntura de la modernidad y su carnal, la tecnología, dos aspectos que a no dudarlo han contribuido de manera decisiva en el fenómeno de liberación de género por parte de la mujer y por ende de la lenta sedimentación del comportamiento de macho cabrío del Homo. Incluso, algunas estadísticas comienzan a decir, que ahora son las mujeres las que muestran mayor grado de infidelidad, pero no por aumento de esta capacidad en ellas sino por un aumento negativo acelerado en ellos. Mejor dicho, esta evolución va en un cruce de cables que ni se sabe en donde iremos a terminar.
Pero más atrevida es la conclusión de Kanazawa, de señalar que entre más inteligente es la persona, es mayor la probabilidad de que no sea creyente ni mucho menos posea una ideología conservadora. Y para demostrar esto último, se basa en el hecho que entre los adultos jóvenes americanos que se consideran "muy conservadores", el promedio de coeficiente intelectual era de 95, en tanto que los liberales lo presentaban de 106. En lo relacionado con los no creyentes, su promedio fue de 103 y el de los creyentes fue de 97.
No obstante, en lo que tiene que ver con las mujeres, el investigador parece mostrar cierto sesgo machista cuando asevera que dichos resultados no se aplica a las mujeres, pues ellas siempre fueron "relativamente" monógamas. En este caso, el vocablo "relativamente" no debió usarlo y antes por el contrario, lo que debió fue aceptar una realidad que se viene trabajando desde hace algún tiempo, en el sentido de que ellas desde el inicio del proceso mismo de la hominización, han estado mejor estructurada que nosotros. Vaya a saberse, en qué momento las desplazamos de su destino natural de ordenar el planeta, asumiendo nosotros el comando del mundo y a partir de entonces, todo ha sido una solemne y aberrante acumulación de errores, que nos tienen al borde del holocausto nuclear.