Cuando yo llegué a La Habana, dijeron los… "paraqueros"

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



Yo me voy pa´ La Habana y no vuelvo más….
(Nelson Pinedo y la Sonora Matancera)
Debo reconocer que durante los últimos días han vuelto a mi memoria, de manera certera y plácida, los recuerdos de aquellos tiempo de la niñez cuando las travesuras y pilatunas son el pan de cada día y hacen parte de las vivencias y experiencias que en el futuro habrán de recordarse con emblemático orgullo por cuanto dejan huellas e imborrables marcas en el alma, especialmente aquellos días cuando en el famoso Palo de los Bandidos en íbamos a manguear o, posteriormente en los terrenos del viejo Pacho Luis, en donde hoy está el polideportivo de Santa Marta, o en la hermosa Gaira, sitios en donde siempre y en medio del barullo de los muchachos se armaban severos paracos sobre las copas y cogollos de los árboles en donde las avispas y abejas incubaban sus idilios y cuando se reventaba uno de ellos había que pagar escondederos a peso porque se formaba las de padre y señor mío y todo el mundo a correr se dijo.
He buscado todo esto en la bitácora de los recuerdos por cuanto en los últimos días se ha armado tremendo paraco por cuenta de la llegada a la Isla de Fidel de un grupo de integrantes del secretariado de las Farc y esa situación tiene a muchos asombrados y a otros indignados, en el entendido que tanto los unos como los otros pudieran tener razón y, más aún, cuando el país se debate en una dicotomía absurda e hipócrita de si se quiere la paz o se prefiere la guerra, siempre con el conocimiento de los jugosos dividendos que cualquiera de las dos posiciones generan en quienes las interpreten, porque nadie puede desconocer que hacer la paz daría un reconocimiento mundial, como, por ejemplo, el premio Nobel de la Paz, o en su defecto, de imponerse la guerra, las jugosas utilidades económicas que de allí se desprenden y, sin importar quién sea el vencedor, todos se rasgan las vestiduras para criticar lo ajeno e imponer lo suyo, y en medio de semejante paraco que se viene armando y sobre el cual llevamos dos años encarretados en La Habana sin resultado alguno, porque en medio de ese "bla bla bla", lo estéril de los diálogos se va imponiendo sobre una realidad que marca los derroteros de un país que lleva toda su vida republicana en una guerra fratricida de sus habitantes.
En medio de semejante paraco el pueblo colombiano observa cómo, poco a poco y con la anuencia del gobierno, han ido saliendo de la manigua colombiana algunos de los más carniceros insurgentes y responsables de la degradación del conflicto y han llegado a isla de Martí, y allí posan de grandes estadistas que quieren reencontrarse con la realidad y se jactan de aportar lo mejor de sí mismos para que la patria les agradezca ese sacrificio que están haciendo, siempre en aras de lograr la paz y muchísimos compatriotas se muestran indignados porque da vergüenza observar cómo desde el presidente para abajo todos los apoyan y cohonestan con ese viaje, dizque porque de ese modo y estando allá, sencillamente están demostrando que sí quieren la paz y terminar el conflicto y, sobre todo, cuando el gobierno aduce que es la mejor manera de demostrar que hay cohesión entre la insurgencia para deponer las armas y emprender una nueva patria.
De todos los comandantes que arribaron a la isla de Maceo en una estratégica reagrupación de la cúpula, el más sanguinario y cruel de todos es alias "Romaña", el precursor de las famosas "pescas milagrosas", esas caravanas de la humillación y la indignidad en donde este perverso personaje incubó los más salvajes vejámenes sociales y humanitarios y de esa época aun quedan por ahí esparcidos en el recuerdo de sus familias y en el olvido de los gobiernos de quienes aun se sabe poco o nada y, mientras tanto, todos estos malandrines se pasean radiantes por el viejo malecón, como si nada hubiera pasado, y como si los colombianos le debiéramos y no al contrario y no creo que sean estúpidos de volver, después de haber logrado sacudirse de la persecución.
Con la presencia de todos ellos se crearán subcomisiones para el post conflicto y pareciera que nadie quisiera darse cuenta que llevamos dos años en una "mamadera de gallo" conversacional en donde los comandantes muestran esa arrogancia y prepotencia por cuanto han encontrado un gobierno pusilánime que está cediendo en todo sin exigir nada a cambio y sólo queda el interrogante de si después de lograr acuerdos en La Habana el pueblo refrendará ese remedo de diálogo y no le dará un portazo en las narices y ahí sí se armará otro paraco mientras las ilusiones y frustraciones de la sociedad crecen en un país con un remedo de democracia en donde unos dicen gobernar y otros critican de manera obcecada sin aportar nada a cambio pero añorando sus días de gloria y poder, mientras la patria se despedaza en medio de esas luchas fratricidas, en medio de fusiles y votos.