Kant y la paz

Columnas de Opinión
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Para el filósofo alemán, Immanuel Kant, la paz "es un imperativo de la razón", o sea, todo ser humano por el hecho de ser un sujeto racional, debe estar excluido en él la guerra como un evento; pero no sólo el llamado ser racional no excluye la guerra de sus eventos, sino que es uno de sus eventos predilectos.

La humanidad ha delegado por estos tiempos la búsqueda de la paz en cabeza de los líderes políticos y religiosos, sin embargo, todavía no ha existido, con excepciones que se pueden contar con los dedos de la mano y sobran dedos, uno de estos líderes que desarrollen un proyecto de tal envergadura, para instaurar la paz mundial de manera definitiva y definitizante; es decir, que genere acciones de paz como un imperativo de la inteligencia, como un deber de la idoneidad de los reales valores del ser íntimo; por lo tanto, si fuéramos auténticos seres racionales, sobre la faz de la Tierra no existiría la guerra.

Kant esboza la trascendente idea de que "la razón entendida como sabiduría o gnosis, exige a los individuos abandonar la naturaleza de la violencia y así puedan encaminarse a mantener la paz universal". Según Kant, la guerra en este planeta se debe a que las creaturas que lo pueblan "no son tan humanas", incluso en uno de sus Ensayos sobre la paz, abiertamente dice que "somos elementos subhumanos", pues, "si fuéramos humanos siquiera en un diez por ciento, la guerra sería más que imposible".

Algunos pensadores muy respetables han propuesto garantizar la paz mediante "la creación de un gobierno fuerte compuesto por una federación de estados independientes". Otros consideran que, "aunque dicha propuesta teóricamente es la más aceptable, en la práctica resulta inviable, pues la guerra es algo demasiado provechoso para las potencias armamentistas, y que es imposible que abandonen ese infernal comercio". Pero este problema que da el tinte de insoluble, se debe sencillamente a la carestía casi absoluta de valores místicos, dicho del modo kantiano, "falta un contacto directo entre el ser humano y su creador; y el puente entre aquel y su amo, son los valores"… Hoy en bancarrota.

Por lo tanto, la guerra tiene sus raíces en la propia naturaleza humana, y no porque así haya sido siempre, sino que este fenómeno letal deviene de un estado psicológico marchito, como consecuencia, dice Kant, de "haber perdido su status glorioso como lo podemos corroborar, con singularidad, en todos los génesis desde las religiones antiguas hasta las de hace dos mil años". Este es el motivo por el cual la forma de convivencia entre seres humanos no es un estado de paz, sino un estado de hostilidades, donde permanentemente existe una constante amenaza de violencia, de odio que desemboca en la guerra.

"Sin embargo -afirma Kant- aunque en el estado natural (tal vez anormal) humano la paz no exista, ello no significa que no sea posible. No se trata de aspirar a la paz de los cementerios; sino que la paz es un deber moral, un imperativo de la conciencia humana y sólo a través de ella se puede superar el estado de lucha civil permanente".

Algunos psicólogos, politólogos y sociólogos han expresado que "… si en las instituciones educativas en la cátedra de democracia se estudiaran estas propuestas de paz, las juventudes fueran gestoras de una humanidad superior…"

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