El caudillo Rafael Uribe Uribe

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Sin lugar a dudas el paso por este mundo de este egregio hombre de Estado fue trascendental, por cuanto se recuerda como el gran General, el fogoso parlamentario, el escritor de fina prosa, el catedrático sobresaliente de derecho constitucional, el político batallador y con sentido social, el diplomático de altura, el abogado serio y de contextura intelectual, el periodista agudo y realista, es decir en suma demostró con hechos ciertos, con su posición ideológica y con su actuación en todos los campos a los cuales me he referido de que era un ser superior.
En todo aquello en que se comprometía, en todas las batallas militares, jurídicas, periodísticas, políticas, diplomáticas y parlamentarias dejaba translucir su hombría de bien, su honestidad a toda prueba, su vocación de servir a Colombia y el sentir de verdad a su pueblo por el cual luchó con desinterés y patriotismo hasta el final de sus días. Aquí sí cabe dada su excelencia en todo sentido la honda y profunda sentencia de José Ortega y Gasset: "Cuando un hombre llega a ser ejemplar, alcanza lo más alto que al hombre le es permitido".
El 15 de octubre de 2014 se cumplieron 100 años de su trágica desaparición. Se dirigía al Congreso justamente a radicar un proyecto de ley cuya finalidad no era otra que defender a los trabajadores de los accidentes laborales. Aparecieron paradójica y sorpresivamente dos carpinteros Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal y con golpes de hachuelas que le pegaron en la cabeza, lo dejaron mortalmente herido. Murió a las 24 horas a pesar de que las atenciones médicas fueron las mejores, como correspondía y debía ser.
Sus exequias ciertamente se pueden considerar apoteósicas, mostraron el fervor y los sentimientos de pesar y cariño que los liberales y los colombianos le profesaban, habida cuenta de que hubo más de 60 carruajes fúnebres a su lado, que lo acompañaron hasta el cementerio central. El vulgo abigarrado y triste estuvo llorándolo, Colombia entera tuvo el alma destrozada con motivo de su temprano deceso. Estuvieron presentes entre los que despidieron con sus discursos sentidos a ese insigne caballero defensor de la democracia: Guillermo León Valencia, Marco Fidel Suárez y también un joven que ya brillaba por su oratoria Jorge Eliécer Gaitán. El poeta Rafael Maya expresó a propósito de este vil magnicidio:"Su sangre al salpicar las piedras del Capitolio Nacional, había caído simbólicamente sobre toda la nación".
Como congresista se destacó por sus intervenciones punzantes, soberbias, con ánimo respetuoso pero directo y franco. Su firmeza de carácter, sus claras concepciones de la vida y de la política y sus meridianos razonamientos, daban lugar a que cada vez que pedía la palabra, fuese escuchado con singular atención, veneración y consideración.
Qué lecciones del buen castellano, de la erudición universal, del conocimiento de las causas que salvaguardaba. Cómo nos están haciendo falta esta clase de parlamentarios. Se enfrentó solitario a 60 conservadores, toda vez que era el único representante liberal, muchos de ellos igualmente curtidos en la arena parlamentaria, además eran los cacaos del conservatismo, tales como el Maestro Guillermo Valencia, José Vicente Concha y Marco Fidel Suárez. Todos sus colegas en las cámaras alta y baja le rendían homenaje a sus dotes como orador.
Expresó sus ideas en los periódicos que ayudó a fundar: El Trabajo, El Autonomista y El Liberal y fue columnista de La Consigna, El Republicano, El Relator y El Espectador. En todos sus escritos orientaba, señalaba derroteros, abogaba y defendía con ahínco y vehemencia sus puntos de vista en la esfera en que pudiese estar interesado.
Entre 1905 y 1909 representó digna y notablemente a Colombia como Ministro Plenipotenciario en Chile, Argentina y Brasil, es decir como Jefe de la Misión Diplomática.
En el campo de la guerra no fue el General de Estado Mayor sino el combatiente nato, siempre dando ejemplo y al frente de su tropa. Participó en las guerras civiles de 1885, 1895 y 1899 en las cuales lo derrotaron. Su papel más preponderante tuvo efecto en la guerra de los mil días, donde fue el principal General liberal junto con el General Benjamín Herrera.
En materia educativa produjo su aporte importante una vez más en asocio con el General Benjamín Herrera, en la fundación de la Universidad Republicana que más tarde se convertiría en la Universidad Libre de Colombia.
Hay que poner de relieve su pensamiento político de avanzada, puesto que por estar conectado con su pueblo y con sus necesidades vitales, se preocupó permanentemente por favorecer a los trabajadores. Fue el gestor o precursor de las leyes de reivindicación social. Era sin discusión alguna un estadista de los cambios en las instituciones políticas, económicas y sociales.
Fue un auténtico y excepcional líder, revolucionario democrático, reformador constitucionalista, un ser humano de excelencia, pues su calidad total se notaba en todos los aspectos de su existencia. Su procera vida enriquece la historia de nuestra Patria.
En la despedida de una carta a sus hijos y a su amada esposa Tulia que a continuación transcribo, nos damos cuenta de la grandeza de su estirpe: "Le incluyo una hojita de aroma en señal de que su recuerdo anda siempre conmigo y con ella va mi bendición. Su papacito, Rafael".