La fiebre del Blackberry

Columnas de Opinión
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En 1998 quien tuviera un celular, de esos grandes con antena de casi un metro, era alguien que atraía miradas. Era muy extraño ver un aparato de esos. Un año después, ya no era tan raro ver a cualquier compañero en el colegio con los famosos Baby Nokia; sí, los mismos que tenían el juego de la culebrita. Luego llegamos al siglo XXI y ya era un poco más normal, que alguien tuviera un celular en la mano.

En 2005 ya vendían minutos en las calles; después a los niños de primaria pareciera que les pidieran un celular en la lista de útiles escolares. Hoy la fiebre de la telefonía móvil son los famosos Blackberrys. Ahora quien no tiene uno de esos, no tiene el pasaporte para entrar en el mundo de la tecnología, o sea, no existe. Sin embargo, prefiero no existir o seguir siendo un ser humano que todavía tiene relaciones directas con otras personas, que estar pegado día y noche a un Blackberry.

Si vas de copiloto y ves que quien va manejando va chateando por Blackberry, dile que no lo haga o bájate del vehículo. Esto es una irresponsabilidad igual de riesgosa a la de ir borracho. Esa milésima de segundo de distracción enviando un mensaje, puede ser el límite entre la vida y la muerte.

Un estudio realizado en los Estados Unidos, reveló que 965 fallecimientos, o casi uno de cada cinco accidentes de tránsito, fue causado por alguna distracción que involucró a un teléfono móvil, usado para hablar o para enviar o recibir un mensaje de texto. Y los adolecentes son los más relacionados con estos casos. Y ¿¡cómo no!? Si hoy en día el adolescente o el niño que no tenga un BB, está fuera de onda.

Además, hay muchos irresponsables en la calle tratando de manejar un vehículo, digo tratando, porque hacen varias cosas al mismo tiempo, además de meter los cambios y acelerar. Chatean con la esposa, dicen un te amo pero también pelean, tratan de arreglar un problema laboral y quien sabe que más, mientras van a 100 kilómetros por hora. ¡Pilas! Esto causa accidentes y mata.

Hace unos años ir a comer con amigos era un plan agradable, uno conversaba, mamaba gallo, hablaba mal o bien de otras personas y demás. Ahora ni para qué intentar ese plan. En una mesa de 10 personas hay 9 chateando por Blackberry, a ratos se miran a la cara y comentan cualquier cosa.

Pero no dejan de concentrarse en la conversación que tienen por ese aparato, que nos ha quitado un poco de lo humano que solíamos ser hace unos años atrás. No exagero al decir esto, analicen cualquier situación y vean lo incomoda que es. Es más fácil darse cuenta de esto, a los que todavía no hemos caído en el vicio del Blackberry.

Ahora las reuniones sociales no son más que una sala de chat, donde la gente asiste para hacer acto de presencia, pero no se socializa nada. Las reuniones laborales se convierten en una sala de distracción, que al final nadie sabe qué dijo el jefepor estar pegado al Blackberry. Ya no te preocupa tener una dicción favorable para desenvolverte en cualquier ámbito, ahora es mejor tener una agilidad increíble en los pulgares para escribir más rápido.

No te importa si le hablas a tu mujer cuando llegas a casa, pues todo ya lo hablaste en el transcurso del día chateando. Ya tu hijo no te dice personalmente que tiene que llevar al colegio el día siguiente, él todo te lo comentó por Blackberry. Pero lo más irónico es que para conocer a alguien que te gusta, ya no hace falta invitarla a comer o verte con ella, sólo necesitas un Blackberry y listo.

Creo necesitaría realizar una tesis para seguir escribiendo sobre esto, pero de verdad, estamos graves, poco a poco nos hemos ido convirtiendo en seres humanos artificiales y asociales, o más bien, sociales virtualmente a causa del mal manejo de los avances tecnológicos. Hoy, es la fiebre del Blackberry, mañana no se sabe de qué nos iremos a contagiar.

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