Sentimiento independentista

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Los acontecimientos ocurridos durante los últimos días en Escocia, España y Ucrania indican que el mundo avizora una época de grandes transformaciones en el campo social, político, económico, incluso, hasta lo geográfico, religioso y cultural sugiere tonos diferentes.
Lo que hasta hace un tiempo pretendía, por sobre todas las cosas, el nacionalismo extremo de los pueblos y la fuerte inmovilidad del Estado fundamentado en el poder político, económico y militar, hoy deja de ser una regla y se convierte en una proyección más intrincada del mundo contemporáneo.
Si bien es cierto que con el transcurso del tiempo la idea de comunidad singular del hombre primitivo dio paso a estereotipos de sociedades y sistemas políticos más complejos -hasta llegar a la época de los grandes imperios y la reunificación de colectividades humanas diversas y heterogéneas del mundo actual-, es justo recordar que en los albores de la humanidad, previo a la conformación de núcleos sociales complejos, éste, prefirió agruparse en comunidades homogéneas simples con características e intereses comunes.
En el mundo de hoy estos intereses vuelven a retomar vigencia. Escocia, el país Vasco, Donetsk en Ucrania, y ni qué decir acerca de los levantamientos sucesivos de etnias representativas en el Oriente medio, Europa, Asia y África que buscan reconstituir sus ideales independentistas para apartarse de los lineamientos corruptos que establecen los súper-estados a los que están asociados.
La lucha por el poder político en las naciones induce a las minorías a levantarse en contra de los regímenes que consideran transgresores de los intereses e ideales de la comunidad.
Esto sucede en cientos de pueblos del mundo que se encuentran secuestrados dentro de estructuras sociales o políticas que nada tienen que ver con su perspectiva de pensamiento. Incluso, los elementos del idioma, la religión o la cultura, difieren grandemente con los oficializados al interior de las comunidades a las cuales se encuentran unidos.
A diferencia de gran parte de la gente del Caribe, suena justo decir, que hasta hace un par de meses planteaba una posición fuerte en contra de la construcción de la Colombia de regiones. Hoy, al notar con claridad la incapacidad que demuestra el Estado para resolver los problemas más apremiantes de la comunidad, empiezo a adherirme, tímidamente, a un nuevo proyecto socio-político que conduzca en dirección contraria a la que irremediablemente nos llevará al descalabro colectivo.
Pero más peligroso que la incompetencia de la clase dirigente nacional, es el fenómeno de la corrupción enquistada en el seno de los intereses particulares de esa misma clase dirigente. Juntos, incompetencia y corrupción, conducen a la Colombia que amamos por el camino del fracaso.
Si Escocia y el país Vasco, unidos a grandes naciones (Reino Unido y España), promueven la independencia de aquellos regímenes que le han mantenido relegados de los asuntos importantes del Estado, ¿por qué las regiones (con el Caribe a la cabeza) no pelean un poco más por su autonomía? Esta es una pregunta, que merece ser analizada con profundidad.
Sé que ya lo están haciendo. Y es por esto que hoy intento pensar de manera diferente. Las regiones tienen una oportunidad que no pueden desaprovechar. ¿Será que suenan tonadas indepen-dentistas en la región?