Pequeño Gigante

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Le pregunté si sabía quien era yo, y le dio pena decir que no, así que me llamó por el primer nombre que se le vino a la cabeza. Sonreí y le dije que era hermano de Mariange, y entonces me abrazó con gran cariño.
Fuimos al concierto juntos, y como siempre lo ha hecho, dejó todo su ser en el escenario, entregándose totalmente a su público. Antes de salir a escena habló con los medios y atendió a todo aquel que se le acercó.
De vuelta en la habitación, reímos y recordamos historias locales con los otros samarios presentes hasta bien entrada la noche, como si estuviéramos en la terraza de cualquiera de nuestras casas. Camaradería genuina entre primos y amigos. Esto sucedió en San José, California, hace 14 años.
He seguido la carrera de Carlos, y como muchos colombianos, me he llenado de orgullo cuando se habla de él y de Colombia. En los sitios en que he vivido o visitado, miles de veces la gente al escuchar mi apellido y procedencia, me preguntan que soy de Carlos. Digo que somos primos pero aclaro que Carlos no tiene ni idea quien soy yo. Es sin duda uno de los colombianos más reconocidos y queridos dentro y fuera de Colombia.
Su éxito profesional se debe no solo a su gran carisma y talento sino a que hizo algo que antes nadie en Colombia había hecho. Carlos es a nuestro folclor vallenato lo que Elvis Presley es a la música negra. Le dio una dimensión universal que no tenía, y para eso tuvo que reinventarla y reinventarse a sí mismo.
Carlos entendió que el lamento de gaita o el canto ancestral milenario acompañado con acordeón, que nace en el corazón de la Sierra y va a morir en la inmensidad del mar, compaginan maravillosamente con la alegría también milenaria de los tambores africanos que vibran incesantemente en nuestros palenques. Entendió que en la diversidad aparente hay elementos y sentimientos comunes y universales. Descubrió rock en la cumbia y cumbia en el rock, encontró patrones musicales transversales en nuestros ritmos folclóricos y con ritmos de otras partes. No se conformó con las ramas sino que buscó las raíces, que aunque no se vean, son las que sostienen el árbol y toda su frondosidad.
Más allá de la música, entendió el valor de la sencillez y de la calidez que caracteriza a los mejores seres humanos y se vistió con ellas para ir en la búsqueda de la perfecta armonía. Se atrevió a ser pequeño y por esto se convirtió en un gigante. Tal vez su paso por el programa de televisión Pequeños Gigantes era una premonición. Carlos nunca ha dejado de ser un niño. Este es su secreto. En síntesis, en lo musical y en lo personal descubrió que en la fidelidad a la esencia es donde reside la identidad.
Tal vez sin proponérselo hizo que todos los componentes de su persona y todas sus facetas e historias se fundieran en un todo, en ese gran proyecto musical que es Carlos Vives y La Provincia hasta lograr que Carlos y La Provincia fueran Santa Marta y Colombia y fueran Caribe. Su amor y obsesión por Santa Marta son conocidos por todos y una vez más lo demostró en el espectacular concierto que compartió con su tierra.
Alguien sugirió que tal vez Carlos Vives es el samario más grande de todos los tiempos; quizás lo que pudiéramos llamar el Gran Samario, y creo que esta apreciación no dista de la verdad. Ningún samario vivo o muerto ha gozado de tantos reconocimientos ni logros nacionales e internacionales. Ninguno hasta la fecha ha dejado un legado universal y local que resista el embate del tiempo.
Sin importar lo que suceda a futuro, Carlos Vives por haberse atrevido a escribir su propio libreto, logró labrarse un sitio grande en la historia de la música y de nuestro país, y se convirtió en el pionero y mecenas de los que vinieron y vienen detrás. Se convirtió en un icono de Colombia, a punto tal que es imposible hablar de Colombia sin mencionar a Carlos. Como pocos, Carlos ha dejado el nombre de Colombia en alto, y esto a los samarios, que lo sentimos nuestro y de los nuestros, nos llena de orgullo. Por derecho propio, Carlos Vives es el Gran Samario.



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