Un artículo escrito hace quince días, que pasó desapercibido y que lo escribió la periodista Patricia Lara Salive, en El País de Cali, retrata de cuerpo entero a la gente poderosa que se vale de cualquier cosa para conseguir sus objetivos, hasta de avasallar a las personas.
Hace mucho tiempo escribí un artículo de personas de clase media, que con un poquito de poder humillan a cualquiera. Acá la moneda es a otro precio. Se trata de una periodista estrato seis, gran escritora, exdirectora y fundadora de la extinta revista Cambio, columnista de importantes diarios y mujer que podemos identificar en la orilla centro izquierda; a la vez puedo decir que he leído varios libros de ella, todos excelentes.
Escribe la señora Lara, que su fiel secretaria murió y que al querer enterrarla en el mausoleo de la familia en el Cementerio Central de Bogotá, tuvo innumerables problemas por la cantidad de papeles que piden en este país macondiano, porque en lo único que puede estar uno de acuerdo con la señora de marras, es en esos trámites innecesarios que sacan el genio a cualquiera.
La señora Lara, insulta al celador, una persona que sólo recibe órdenes y debe cumplirlas, porque todos sabemos qué le puede pasar al humilde trabajador, de no acatar decisiones. Lara se despachó y dijo que era exesposa de un señor (el samperista Gómez Méndez) que había sido exfiscal, exprocurador, exministro (que por cierto en este último cargo, pasó con más pena que gloria). Además lo amenazó con hacerle un escándalo y aparte le enrostró qué ciudades del mundo conoce, ya que le señaló que volvía ese mismo día a Nueva York.
¿Qué tal la perlita? Admiro por sus libros a Patricia Lara, pero eso no le permite, bajo la batuta del poder que tiene amedrentar y amenazar a un celador que su único pecado es recibir órdenes y obedecerlas.
Esas actitudes de algunos poderosos, simplemente son repugnantes.
