Cepeda en la institucionalidad

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La semana que acaba de terminar fue agitada en lo político por cuenta de las declaraciones de la excontralora y el debate contra Uribe. En lo económico, el gobierno nos anunció que somos uno de los países con mayor crecimiento en el mundo; y en lo institucional, una encuesta mostró una vez más la crisis por la que atraviesa el país.
De lo dicho por Morelli dos cosas llamaron mi atención. Una, que habla de una crisis de Estado y de las instituciones, y dos, que se escuda en esto para no presentarse ante la justicia. No se detiene ahí sino que además justifica las acciones de otros prófugos de alto perfil. La idea es que no hay garantías jurídicas y que todos ellos son víctimas de una persecución política. Sin embargo, a diferencia de los otros prófugos, Morelli era parte de los entes de control y no parte del ejecutivo. Por esto suena extraño que salga a despotricar de un sistema de controles del que fue parte por un largo tiempo y en el que creyó mientras ella estuvo ahí.
Para personas que han ostentado tan altas dignidades, lo único coherente es dar la cara. Personalmente creo que con garantías o sin ellas, y a pesar de las posibles enemistades personales y vendettas políticas que puedan estar en juego, el apuntalamiento y defensa de la institucionalidad justifica el sacrificio personal. La injusticia no puede ser desenmascarada mientras se huye y si no se la confronta. Por otro lado, algunas responsabilidades de quienes han ostentado las altas dignidades del Estado no terminan cuando se termina el encargo.
Con respecto al debate, ya antes había expresado por este medio mi desacuerdo en que se realizara, y en su momento di mis razones. No me equivoqué. El debate resultó ser un espectáculo desagradable y bochornoso para todo el mundo.
Los que me leen saben de sobra que Uribe no es santo de mi devoción, pero me impresiona el triste ocaso al que quiso insensatamente someterse el expresidente. Haber descendido del monte del Olimpo de los expresidentes para colocarse a nivel de senador, no era recomendable, a menos que padezca la misma aberración de la actriz que hace poco declaró que le gusta pasar frente a los rusos para que le digan porquerías. Preservar la estatura y dignidad presidencial era mucho más importante que cualquier otro tema de su agenda. La exposición de la dignidad presidencial al escarnio y al maltrato es un daño a la institucionalidad difícilmente reparable.
Tampoco podemos ser ilusos y creer que la única intención de Cepeda era la búsqueda de la verdad y desenmascarar a Uribe. Para esto están y existen los estrados judiciales. Sospecho que la intención verdadera de Cepeda era cuestionar al establecimiento y a sus instituciones y Uribe solo era una excusa. Su meta era poner en duda la legitimidad del sistema, y creo que lo logró gracias a la complicidad ignorante de sus compañeros de banca.
El mensaje que le quedó al ciudadano común es muy negativo y atenta contra la vapuleada institucionalidad. Ganaron los enemigos de Uribe, perdió la institucionalidad, y ganaron los que quieren ambientar el caos subvirtiendo por vías non sanctas el desorden establecido. Los actores políticos están jugando un juego peligroso que hace más daño que bien. No sorprende que aquellos que siempre han atacado al establecimiento sigan haciéndolo velada o abiertamente. Lo que sorprende es que actores políticos que supuestamente han defendido el sistema, hayan caído en la trampa de Cepeda. Ojo, que ya sabemos lo que finalmente le sucede a los que juegan con candela. No sobra un llamado a la sensatez de todas las partes y a construir un frente común contra los verdaderos problemas y verdaderos enemigos del país.



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