La cultura y su papel protagónico

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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



Evidentemente que Colombia está viviendo una compleja situación política, económica y social, sin embargo todos estamos esperanzados en lograr una transformación profunda y radical en todos los ordenes. Esperamos ser radicales e ir al fondo de la raíz en busca de unas soluciones y resoluciones definitivas, por complejas que estas sean. Debemos comenzar a ser en este comienzo del milenio un país privilegiado en el ambiente latinoamericano. Los colombianos podemos construir un modelo emancipatorio alternativo en donde la cultura tenga unas actuaciones y un papel mucho más protagónico que el actual, tanto en lo político, lo económico, como en lo social. Es verdaderamente inocultable que las desigualdades, la injusticia y la violencia han sido los principales componentes de nuestros horizontes actuales. Debemos transformarnos y catapultar unas prácticas culturales más genuinas y responsables, que generen respuestas eficientes y convenientes, frente a los innumerables problemas que han perfilado unos escenarios aterradores que fomentan solo la disolución de nuestra patria.
Los colombianos sin excepción hemos sido víctimas de una lógica modernizadora compulsiva, homogénea y desigual y el costo social que hemos tenido que pagar es demasiado evidente. A Colombia siempre se le ha interrogado al respecto y nunca se han obtenido unas respuestas convincentes, porque no las hay. Debemos profundizar con mayor claridad y entender que tenemos que construir y profundizar en la creación de un modelo cultural propio, autentico. Desde nuestros orígenes republicanos mantenemos una sólida y consistente vocación por lo nuestro, desde las épocas independentistas siempre nuestras gentes se convirtieron en forjadores de libertades. Nuestras regiones colombianas tienen un destino común, aun cuando demostramos diariamente que no son obsesivos nuestros pensamientos en esas direcciones y que si debiesen serlo. Pues lograríamos más nitidez y actuación para hacer respetar nuestros sentidos de pertenencia nacional. La integración nacional si es abordada desde la perspectiva cultural, debe convertirse en una experiencia viva de constante compromiso entre los colombianos.
Debemos entendernos e imaginarnos como una verdadera y autentica federación de culturas, como única solución para contrarrestar las negativas imágenes que se han construido en contra de nuestra patria. Debemos restaurar con participación integral los centros hegemónicos de poder existente en todas las regiones y rincones, balcanizadas e incapaces de formular hoy, una versión propia de contemporaneidad. La idea de una ciudadanía en donde la cultura tenga un papel mas protagónico en lo político, en lo económico y en lo social tiene que convertirse en una utopía concreta ante los colombianos y a la que hay que darle forma en los años venideros. Desde luego esta ciudadanía ya existe entre nosotros en lo cultural; falta producirla en lo económico y en lo político. Si logramos instalar en nuestras mentes una vocación dialógica de la cultura, estoy seguro, podrá convertirse entre nosotros en el mejor antídoto contra la disgregación y la dispersión de los esfuerzos en el ámbito social. El sector privado en Colombia tiene una experiencia cuyo balance podemos calificarlo de positivo y negativo a la vez. En cuanto a lo positivo, podemos observar que numerosas entidades públicas y privadas se emulan en el fomento de la producción, reproducción y preservación cultural.
En cuanto a lo negativo, es palpable el evidente y dilatado proceso de violencia descomunicativa de la lógica casi exclusivamente mercantil que gobierna el terreno de lo mediático que se ha impuesto al país, y cuyas víctimas son incontables. Los acuerdos culturales deben ser letra viva y no la secular letra muerta destinada a cumplir exclusivamente con formalidades diplomáticas. Debemos romper de una, con la esquizofrenia que divide al sector público y al sector privado en el terreno cultural. Tenemos que edificar una visión empresarial más consciente de las responsabilidades de la hora, debemos abrir paso a estas innegables visiones de progreso y desarrollo, aun cuando sea lentamente. La integración cultural de nuestro país, pero con todos sin excepciones de ninguna índole, son las únicas maneras de alcanzar la plenitud, con la que todos hemos soñado. Desde luego, tendrá que nacer en un dialogo mas abierto y muy fecundo, especialmente en las perspectivas y horizontes de las iniciativas publicas y privadas. Debemos cambiar de inmediato las reglas del juego que han atomizado y dispersado las prácticas culturales. Nuestros destinos, su realización, se juegan más que en ningún otro aspecto, en estos terrenos de la cultura.