Cafrecracia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Al perro más flaco se le pegan las garrapatas, y esto es lo que la ha sucedido al sargento del incidente entre la senadora Cure y las ministras Álvarez y Parodi. No podía ser de otra manera, ya que ante los abusos de poder que todos probablemente cometieron, el más débil de todos iba a pagar el plato.
El abuso de poder y la usurpación de funciones, más allá de las consideraciones legales, es un asunto de entendimiento del concepto de autoridad por parte de quienes nos gobiernan, quienes generalmente se sienten por encima de las leyes.
Para hacer ostentación de poder, la nueva senadora, le ordenó a su chofer y a su escolta violar la ley porque para eso ella es importante, y si no para que sirve ser importante y tener poder. Que el populacho vea que ella si manda. Parqueó su camioneta en la playa al lado de la carpa en donde se resguardaba del sol, mientras impasiblemente leía la prensa. Le faltaron un par de eunucos que la abanicaran.
Segunda escena. Aparecen las ministras de comercio y de educación, ya que la primera andaba inspeccionando las playas. Y la primera hace una captura grafica de la flagrante violación de la senadora. No tiene nada malo filmar o tomar fotos en sitios públicos. Es un derecho constitucional, y hasta aquí vamos bien.
Aparece el sargento, que cree estar cumpliendo con un protocolo de seguridad e indaga sobre el por qué las ministras, que hasta ese momento nadie sabía que lo eran, estaban grabando la contravención. No me cabe duda, que el sargento llegó haciéndose sentir y alzadito porque si no ¿para qué sirve ser sargento, llevar uniforme y un revólver al cinto? Es que él también manda.
Cuestionadas y ofendidas, las dos ministras empezaron el ejercicio abusivo de autoridad porque es que ellas mandan más que todos los otros protagonistas y lo saben…son muy importantes. Ellas no caminan como el resto de los mortales sino que flotan.
Les pregunto a las ministras ¿qué hacían ellas inspeccionando playas y quien les dio esa autoridad? El hecho de que se hubiera presentado una violación no justificaba la usurpación de funciones y así sin más ni más meterse en un problema policivo y de competencia del alcalde. ¿Pero entonces de qué sirve ser ministra?
Todo el incidente podría haber sido manejado civilizadamente, identificándose ambas con el sargento, y explicar el por qué de su accionar. No había necesidad de escándalos ni de polémicas ventiladas en los micrófonos. ¿Será qué estamos pasando de los anuncios a los escándalos?
Si yo fuera Santos -quien a ratos parece que es el que menos manda de todos- les preguntaría a las ministras qué carajos hacían gastando su valioso tiempo inspeccionando playas y malgastando tiempo valioso en polémicas inoficiosas. Es lamentable que dos ministras de estado hagan trabajo de policía de rango menor y casi que de salario minino y poco valor agregado. ¿No deberían más bien gastar su tiempo en los temas grandes que manejan sus carteras y gastar el tiempo diseñando e implementando políticas públicas?
Pero no, era más importante hacer despliegue de fuerza y poder para humillar al otro, que manejar el asunto con inteligencia. Este episodio es la respuesta que buscaba Echandia cuando preguntaba que el poder para qué, pues Maestro, para joder a los demás.
En contravía de los países desarrollados en donde todos los empleados públicos, del Presidente para abajo, son empleados de los ciudadanos y le responden a estos y por esto caminan con pie de plomo, en nuestro país de cafres, frase acuñada también por Echandia, los empleados públicos son todopoderosos y pueden ejercer el poder como se les dé la gana sin que nadie pueda decir ni pio.
Los ciudadanos de a pie, los que no somos nadie, tenemos que resignarnos a sufrir los desmanes de la cadena de cafres todopoderosos que conforman nuestra burocracia. Lo que sucedió en Cartagena fue un duelo de egos entre cafres empoderados, en donde el apego a la ley importó un comino y se impuso la ley del más fuerte. Y como va la historia, que nadie se extrañe que el chofer -el perro más flaco de todos- termine siendo el más perjudicado en todo este episodio porque él no manda ni en su casa.